Milei patifuso por la invasión macrista
El pastillero. Algunos aseguran que la mayoría de los votos de Patricia Bullrich van al voto en blanco. Otros, que seguirán a Javier Milei. En un escenario indefinido, aparece un Milei encorsetado, con un discurso que ha sido censurado, redirigido y muy controlado. Por Luis Bruschtein. La insistencia de Milei en leer durante el debate presidencial, la difusión de videos de propaganda electoral donde se atiene a un texto escrito y la renuencia a aparecer en los programas políticos en radios y emisoras de TV que le han sido favorables hizo pensar que el candidato ultraliberal sufría un bajón anímico. Su presencia en el Congreso, cuando fueron consagradas las listas que participarán en la segunda vuelta, dejó otra impresión, como si el bajo perfil hubiera sido aconsejado. Mauricio Macri ocupó el espacio que dejó Milei y asumió un protagonismo que retaceó en la campaña de Patricia Bullrich, la que supuestamente era su candidata. La presunción del bajón anímico no surgió de un diagnóstico médico sino de la observación en sus presentaciones televisivas posteriores a la sorpresa que le dio la primera vuelta.
Se lo vio disperso, tenso y desconcentrado. Las cámaras mostraron los
rictus de su cara, con movimientos involuntarios, se quejó de murmullos
que escuchaba en el set de televisión y fue confuso. Después, silencio
de radio. Y Macri tomó el centro de la campaña. Milei estaba seguro de
que ganaba en primera vuelta. No haberla ganado y salir segundo fue un
duro golpe para su ánimo exaltado y triunfalista. En gran parte, su
discurso se sostuvo sobre esa imagen de locura ganadora y es probable
que el personaje se la creyera, como el Arturo Ui de Brecht. En buena
medida el éxito de su discurso excéntrico estaba más en el énfasis que
en los contenidos desaforados, a los que la mayoría de sus votantes no
les prestó atención o no los entendió. Este Milei que lee lo que va a
decir, es un Milei encorsetado, muestra un discurso que ha sido
censurado, redirigido y muy controlado, del que se han evitado las
propuestas más polémicas, desde la libre tenencia de armas, hasta el
alambrado de los océanos o la renuncia a la paternidad y los vaucher
para la salud y la educación. Para Milei fue un golpe tomar consciencia
de que necesitaba pedir votos prestados. El empresario Macri se los
ofreció y Milei renunció a su discurso más potente contra lo que llama
“la casta” política. Renunció para negociar con lo peor de la casta a
cambio de impunidad judicial para su nuevo socio, quien se aseguró su
situación procesal al instalar a Germán Garavano como ministro de
Justicia del hipotético gabinete de Milei.
En esa negociación, Macri
convenció a Milei de que tenía asegurado los votos que obtuvo en la
primera vuelta y que de allí en adelante debía hacer campaña para
recibir los votos vacantes del macrismo. La consecuencia obvia de esa
premisa fue Macri en el centro del escenario y el desplazamiento de los
lenguaraces de Milei. Les prohibieron hablar con los medios a los
economistas menemistas del CEMA Carlos Rodríguez y Roque Fernández.
Igual prohibición le cayó a Ramiro Marra con su exaltación de la
pornografía, a Lilia Lemoine y a Victoria Villarruel.
Con la manta
corta, tiró de una punta y se destapó de la otra. La invasión macrista
produjo un fuerte revuelo en las filas libertarias, hubo críticas y se
produjo el alejamiento de varios legisladores electos. En Juntos por el
Cambio, la pelea también generó la ruptura de los bloques en muchos
distritos a nivel provincial y municipal. El reordenamiento ocasionado
por la segunda vuelta entre Milei y Massa incluyó el respaldo explícito
al candidato de Unión por la Patria de intelectuales provenientes de
Juntos por el Cambio, así como del ámbito del cine y de la investigación
científica. Fue explícito también el apoyo del Partido Socialista y de
otras fuerzas provinciales además de un sector del radicalismo. La
cúpula de ese partido optó por una declaración en la que convocó a no
votar por Milei. Además del PRO, el libertario recibió el respaldo de
algunas fuerzas provinciales, como los cordobeses de Luis Juez, quien le
advirtió que, si bien lo respalda, no quiere ser el que le “administre
el pastillero”. En el último video que circuló, Milei leyó un texto
macrista, pero con dificultad, arrastrando las palabras y tratando de
parecer espontáneo. Después de eso se lo vio sobrio al ingresar al
Congreso, donde defendió sus viejas propuestas y aseguró que Macri no
condicionó su respaldo. Entre tanto movimiento, la incógnita será
cuántos votos del macrismo se sumarán al candidato que se ha convertido
en sinónimo del político chiflado en todo el mundo. Los cómicos hacen
chistes en Estados Unidos o en Europa mientras reproducen imágenes de
Milei agitando como loco una motosierra delante de una multitud. O
muestran el video donde canta disfrazado de super héroe con antifaz.
Algunos
encuestadores aseguran que la mayoría de los respaldos que tuvo
Patricia Bullrich se van al voto en blanco y que una parte muy chica se
le suma a Milei. Otros, en cambio, ya le dan el triunfo a Milei por dos o
tres puntos sobre Massa. Como se demostró, es muy difícil predecir el
destino de los votos en estas elecciones. En Unión por la Patria han
convocado a erradicar el triunfalismo que se expandió en sus filas con
el resultado de la primera vuelta.
En un contexto tan impredecible,
para los que rechazan a Milei pero votan en blanco porque no son
peronistas, es posible que de esa manera terminen favoreciendo al
candidato que rechazan ya que ese voto favorece siempre al que va
primero. El grueso del radicalismo, salvo algunos casos residuales,
están con doble bronca: Milei es el que boxeaba a un muñeco que tenía la
cara de Raúl Alfonsín. Y Macri traicionó la alianza. Si Milei recibe 14
puntos de los 24 que tuvo Bullrich, en ese caso, el voto en blanco lo
favorece.
El reordenamiento de las fuerzas políticas a partir del
rechazo a las propuestas extremas de Javier Milei se produjo sin charlas
previas ni negociaciones. Tampoco quiere decir que esas fuerzas se
plantean integrar el espacio oficialista si gana Massa. Por el
contrario, votan a Massa, pero se mantendrán como fuerza opositora,
aunque ganen tanto Milei como Massa.
El reacomodo alrededor del
candidato de Unión por la Patria, involucra a fuerzas muy diferentes. En
esa heterogeneidad reside su riqueza. Porque el surgimiento de la
candidatura de Milei con tanta fuerza, puso de manifiesto la
vulnerabilidad del sistema a partir de las fallas del pacto democrático
en el que se basó la transición que comenzó con Alfonsín.
No votar a
Milei, implica el rechazo a sus propuestas extremas, pero también una
defensa de lo que esas propuestas destruirán si se aplican. El rechazo a
Milei implica la defensa de la educación y la salud pública, la defensa
de los derechos humanos frente al negacionismo y los prodictadura. Y
también aspectos económicos como el endeudamiento externo o la defensa
de YPF.
Seguramente que esa lista puede crecer, aunque no está
explícita ni forma parte de ninguna negociación, sería fundamental para
sentar las bases de un nuevo pacto democrático que establezca políticas
de Estado sobre esos y otros puntos y en las que acuerde la mayoría de
las fuerzas que interviene en el sistema de partidos. En sus discursos
de campaña, Massa hizo una propuesta en este sentido, aunque pudo haber
sonado en ese momento como una consigna propagandística. Sin
proponérselo, la “resistible ascensión” de Javier Milei y los rechazos
que cosechó, crearon condiciones para ese compromiso de profundización
democrática.