NUESTRA ARGENTINA, LA PATRIA QUERIDA
El autor de este artículo invita a reflexionar sobre el significado de Patria desde aquél “Viva la Patria” de Manuel Belgrano cuando izó por primera vez nuestra bandera, a orillas del río Paraná. Luego, discurre por diferentes definiciones, en torno al sustantivo y sus múltiples interpretaciones desde la política, la historia y la vida cotidiana.Por Miguel Julio Rodríguez Villafañe* En la Era Digital se puede decir, que se vive un mundo electrónico, informático, flexible, veloz y sin límites. En ella, hay que evitar que se consolide un impulso que busca generar una vida de consumo, sin tiempo, ni ubicación territorial y tampoco conciencia histórica común, todo lo que también afecta gravemente la autoestima nacional. Además, muestra una realidad uniforme y estandarizada, lo que también hace desaparecer los matices enriquecedores de cada cultura y les quita personalidad propia.
En dicho contexto, es importante reflexionar sobre la Patria y el sentido de la misma.
El
27 de febrero de 1812, con el grito de ¡Viva la Patria! Manuel Belgrano
hacía jurar nuestra bandera, a orillas del río Paraná. Era un juramento
al destino de independencia y libertad asumido desde la historia común.
Representada en la bandera, la Patria que se vivaba, resumía los logros
y anhelos de todos, en un sentimiento compartido, fraterno y superador.
Por ella se estaba dispuesto a dar sin límites, hasta la vida. Eran
nuestros hombres y mujeres que se percibían nación e imaginaban un
futuro valioso y próspero para todos, en la tierra querida.
Imagen: Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria, Universidad Nacional de Cuyo.
Hoy,
en este mayo, en el que se conmemora el grito de libertad de 1810, es
importante volver a repensar la patria que le dio sentido al juramento
dado a la primera bandera, en las barrancas del Paraná.
El Papa
Francisco al hablar del “Fin de la Conciencia Histórica” en su Carta
Encíclica “Fratelli Tutti” dice: “la política se vuelve cada vez más
frágil frente a los poderes económicos transnacionales que aplican el
`divide y reinarás´. Por eso mismo se alienta también una pérdida del
sentido de la historia que disgrega todavía más. Se advierte la
penetración cultural de una especie de `deconstruccionismo´, donde la
libertad humana pretende construirlo todo desde cero. Deja en pie
únicamente la necesidad de consumir sin límites y la acentuación de
muchas formas de individualismo sin contenidos… Son las nuevas formas de
colonización cultural.
No nos olvidemos que `los pueblos que
enajenan su tradición, y por manía imitativa, violencia impositiva,
imperdonable negligencia o apatía, toleran que se les arrebate el alma,
pierden, junto con su fisonomía espiritual, su consistencia moral y,
finalmente, su independencia ideológica, económica y política´. Un modo
eficaz de licuar la conciencia histórica, el pensamiento crítico, la
lucha por la justicia y los caminos de integración es vaciar de sentido o
manipular las grandes palabras. ¿Qué significan hoy algunas expresiones
como democracia, libertad, justicia, unidad? Han sido manoseadas y
desfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación, como
títulos vacíos de contenido que pueden servir para justificar cualquier
acción”.
Esa patria no permite que se pretenda concebir a los
pueblos como simples mercados y los vínculos entre los hombres una mera
relación de competencia. En ella hay lazos afectivos, históricos y
jurídicos que no pueden reducirse a una dinámica individualista en la
que sobreviva solo el más fuerte. Para la Patria todos/as y cada uno/a
somos valiosos/as. Ese abrazo fraterno es lo que permite sentirnos una
nación. Y en ella, el perfeccionamiento y la superación deben
canalizarse con criterios de inclusión y no de marginación. El tener un
pasado común nos obliga a pensar y trabajar un futuro digno entre
todos/as y para todos/as.
La Patria implica también una sociedad
que se asume con derechos y deberes. Y en ella, el Estado nunca puede
concebir a los ciudadanos como si fueran clientes. El papel de cliente
es una concepción del pueblo peligrosa, discriminatoria y
antidemocrática. El cliente sólo lo es si tiene dinero y compra algo, no
tiene nada que ver con la toma de decisiones del negocio y no hay
obligación de informarle sobre el desenvolvimiento del mismo. Por el
contrario, el Estado, no es un negocio, no todo lo que se le requiere
tiene precio, no siempre lo que brinda debe pagarse por el que lo
solicita, la participación ciudadana es esencial en su dinámica, tiene
obligación de informar sobre todo el accionar público y los gobernantes
no son meros gerentes.
Por su parte, el sistema federal que
adoptamos determina que se deben respetar distintos ámbitos de decisión
autónoma, -provincial y municipal-. Dichos poderes, con raíces y visión
territorial, enriquecen la concepción de Patria, en la sumatoria de las
vivencias y esfuerzos, desde distintos lugares y niveles, lo que permite
conformar el sentido de Nación integral. Lamentablemente, en los
últimos tiempos, particularmente por parte de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, con la misma lógica de ciertos poderes
internacionales, tiende, cada vez más, a quitar ámbitos de decisión a
los niveles provinciales y municipales.
Rescatar el federalismo
en su dinámica, es esencial para respetar a las mujeres y hombres
situados. No se debe marginar a pueblos o lugares por mezquindades
políticas. La patria grande se construye, desde la integración
igualitaria y equitativa, de todos los todos que la integran.
Asimismo,
la patria nos invita a sumarnos a un mundo globalizado, pero ello no
será positivo, si no se hace con identidad propia. De lo contrario nos
diluimos como pueblo. Tenemos que rescatar el orgullo nacional, sin
soberbia. Solo revalorizando los que somos aportamos al mundo. De lo
contrario, pasamos a ser una realidad amorfa, dependiente de las
manipulaciones que puedan hacerse, de ideas, estereotipos y conductas.
La
independencia querida con libertad, nos obliga, además, a luchar por
todas las necesidades de nuestro pueblo, evitando que leyes del mercado o
presiones económicas o deudas externas (ilegítimas, odiosas y
usurarias), nos anulen el futuro. La deuda externa debe analizarse,
desde su justificación moral y los derechos humanos que tienen que
garantizarse a todas las personas.
También la patria necesita,
imperiosamente, de patriotas que ayuden a superar la desesperanza,
reconstituyan los lazos entre la dirigencia y el pueblo, luchen en
contra de la corrupción y trabajen para una sociedad justa. No podemos
permitirnos que la desazón nos paralice y menos, que se piense que lo
mejor es irse del país.
Más se debe valorar todo lo que de Patria
implica el esfuerzo cotidiano de tantas mujeres y hombres que,
heroicamente, día a día, ayudan a construir lazos solidarios y dan lo
mejor de sí para el bien común. La verdadera patria invita al encuentro
en los afectos, anuda las generaciones, permite valorar las grandes y
pequeñas cosas, da sentido a la vida y alivia las dificultades al poder
compartirlas. Por ella y desde ella, recreemos la esperanza solidaria y
nos convoquemos en esta Semana de Mayo, nuevamente, a jurar nuestra
bandera, con el espíritu de la primera vez ¡Viva la Patria!
*Abogado
constitucionalista cordobés y Periodista columnista de opinión.
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