Quién preparó el cóctel de calor, inflación y cortes
Sólo faltaban los cortes de luz para provocar el malhumor al comienzo de este año electoral. Una empresa privatizada por el menemismo atormenta a la sociedad porteña que desde hace años se inclina mayoritariamente por propuestas privatizadoras. Los tiros en el pie. Por Luis Bruschtein
Situación planetaria con caída de las bolsas, tres grandes bancos que cierran en Estados Unidos, uno de los más grandes que se cae en Suiza, grandes manifestaciones contra el ajuste en Francia y una guerra cada vez más al filo del apocalipsis nuclear. En Argentina, un indicio de tendencias: ante la crisis de representación y el desprestigio de la política, hay una corriente importante que en vez de mirar hacia la dirigente más perseguida por el sistema, como Cristina Kirchner, se inclina por el más promocionado: Javier Milei.
Ante el pánico por la destrucción, este sector se abraza a su verdugo.
Conclusión: si el mundo actúa como este sector lo hace en Argentina, se
enfrenta a un evento de extinción.
Un mundo que alimenta su crisis
La
equiparación de la situación mundial con la del país parece traída de
los pelos. Los mecanismos autodestructivos tienen diferente sustento,
pero en el fondo tienen la misma causa ya que como reacción desesperada
se profundizan al máximo las ideas que llevaron a las crisis, como si no
tuvieran nada que ver con ellas y fueran, en cambio, una tabla de
salvación. Más coherente sería que, frente a la desilusión con el
sistema, la búsqueda se dirigiera hacia quien el sistema ataca como su
principal enemiga.
La guerra que promovió Estados Unidos entre Rusia y
Ucrania profundizó su crisis al incentivar la inflación y obligó a la
Fed (Reserva Federal) estadounidense a aumentar las tasas de interés, lo
que provocó la caída del Silicon Valley Bank, el Signature Bank y el
Silvergate Capital Corp. En Suiza se declaró en peligro el Credit
Suisse, manejado por capitales sauditas.
Los bancos son asistidos por
los Estados en ambos casos, pero muestran el rango de debilidad del
sistema financiero. Como la fórmula de los economistas ortodoxos para
bajar la inflación es congelar la economía, la Reserva Federal seguirá
aumentando las tasas y, en consecuencia, bajará más el valor de los
bonos y habrá más bancos en quiebra.
La guerra, que está en el nudo
de ese proceso, favorece a la industria militar y energética de los
Estados Unidos, en detrimento de los países europeos, pero entró en una
espiral expansiva de violencia creciente que ya la puso al borde del
suicidio nuclear. En una economía congelada, el único factor de
crecimiento es la guerra que, a su vez , lleva en sí la semilla de la
autodestrucción.
El factor Javier Milei
El personaje desquiciado,
gritón, simplista, de Javier Milei constituye un fenómeno argentino más
modesto que el suicidio nuclear de la humanidad, pero resulta
inquietante la tendencia de un sector de la sociedad que, aunque no es
mayoritario, puede convertirlo en un árbitro ultraconservador y
autoritario entre los intereses populares y las elites.
Las
características del personaje dan cuenta del perfil de sus electores,
tanto los que repiten las cuatro ideas cuadradas que plantean la
destrucción de reglas elementales de convivencia sobre la base de un
régimen autoritario, como los que lo eligen por descarte. La
construcción de un personaje simplón y grotesco busca llegar a ese
perfil de electores que disputa con Patricia Bullrich, un personaje
similar, pero encuadrado en el macrismo.
Este sector decepcionado por
el sistema –que son muchos-- ve sin ver a Cristina Kirchner perseguida
por lo peor de la “casta política”, lo peor del sistema judicial, por el
“círculo rojo” y por la información hegemónica, la ve perseguida por el
sistema y, o le da la razón a lo peor del sistema que lo desilusionó, o
no puede desencriptar ese cuadro, apresado culturalmente por el sistema
del que reniega.
La inflación del malhumor
Gran parte de esa
desilusión está alimentada por una inflación que no da respiro. A ese
contexto se le sumaron las altas temperaturas, récords en décadas. El
sofoco y la inflación son los padres de un malhumor creciente. Pero si a
esos ingredientes se les suman los cortes masivos de la electricidad,
la irritación en la sociedad se puede medir en números rojos.
Se
entiende que en el marco de altas temperaturas, la población recurra en
forma simultánea a los electrodomésticos, desde ventiladores y heladeras
hasta los aires acondicionados todo el día. Esa exigencia estresa al
sistema de distrbución de la electricidad y puede producir los cortes.
Pero
en este caso, es cierto que también se han producido cortes en algunas
provincias y poblaciones del interior, incluso en la zona norte de CABA y
el conurbano. Pero en esos casos, los cortes fueron temporales y no
alcanzaron a tantos usuarios, como en el caso del territorio
responsabilidad de Edesur, donde todavía hay cerca de 70 mil personas
afectadas y algunos por más de dos o tres semanas.
Si se descarta el
factor climático, quedan dos causas: o no se invirtió lo que se debía
invertir en infraestructura --con lo que la empresa no estaría
cumpliendo las condiciones de la concesión--, o los cortes son
provocados.
Edesur de remate
No habría que descartar esta última
posibilidad porque se trata de una empresa italiana, ENEL, que está
tratando de vender en una época mala para las ventas.
La empresa
italiana tiene el 70 por ciento de las acciones de Edesur. El 30 por
ciento restante es de un consorcio en el que figura Nicolás Caputo, el
amigo de Mauricio Macri. Vale recordar que una de las empresas de la
familia Caputo financió las actividades violentas de Revolución Federal,
relacionado con el grupo de marginales que intentó asesinar a Cristina
Kirchner.
Caputo está comprando a precio regalado otras instalaciones
de Edesur, como la central térmica del puerto de Buenos Aires, la mayor
de Argentina. Como ya controla otras tres centrales térmicas, se
convirtió en el mayor productor de electricidad. El gobierno bloqueó la
compra de la central de Dock Sud por este grupo que también intentó
comprar Edesur.
Los cortes masivos del flujo eléctrico se produjeron
en un momento de mucha vulnerabilidad para el Gobierno y se convirtieron
en un fuerte factor de desequilibrio. El humor social que generaron los
cortes impactó de lleno en el comienzo de un año electoral. La
especulación política surge en un país donde este tipo de operaciones no
es inusual.
El objetivo teórico en este caso sería debilitar al
Gobierno, sobre el que cae parte del enojo. Pero es inevitable que la
furia se centre principalmente en la empresa. Además de los cortes de
calle en los barrios sin luz, se produjo una concentración furiosa
frente a la sede principal de Edesur. Y hasta el jefe de gobierno de
CABA y precandidato presidencial por el PRO, Horacio Rodríguez Larreta,
recibió un coletazo del malestar al ser encarado en el bar Británico,
frente a Parque Lezama, por un grupo de vecinos sin luz.
La opción suicida
Pero
también podría ser una forma de obligar al Gobierno a tomar una medida
intempestiva que después sería presentada ante el CIADI. Un fallo en esa
instancia le permitiría recibir por Edesur una cifra más alta que su
valor real. En distintos medios circuló la versión de que la empresa ya
preparó una presentación ante el tribunal internacional. Pero como todo
lo que sucede se da en el marco de un proceso de venta, no hay que
descartar que se trate de amagues y actuaciones para aumentar precios y
precipitar decisiones usando a los vecinos porteños maltratados.
El
Gobierno hizo una denuncia penal contra los directivos de la empresa por
“malversación de fondos, fraude y abandono de persona” y al mismo
tiempo ordenó una auditoría cuyo resultado podría decidir el final de la
concesión que fue otorgada por el menemismo por cien años en los '90.
Los porteños han votado desde hace más de 15 años propuestas políticas
privatizadoras. Y ahora están sufriendo las consecuencias de una
privatización de esencia neoliberal. Otra salida suicida.