Allanan en La Plata el Kyle Rittenhouse
La historia de José Derman, el dueño del centro cultural supremacista que quería matar a Cristina Kirchner. Cuando en la madrugada del lunes un escuadrón de la Policía Federal tiró abajo la puerta del llamado Centro Cultural Kyle Rittenhouse y detuvo a José Derman, la noticia tomó por sorpresa sólo a quienes ignoraban las muchas fechorías del garage.
Por Juan Ignacio Provéndola. También tenía imágenes de Bolsonaro, Trump y Seineldín. La imagen de Javier Milei en el centro cultural montado en un garage de su casa.
Cuando en la madrugada del lunes un escuadrón a instancias de la Dirección de Contraterrorismo de la Policía Federal tiró abajo la puerta del denominado “Centro Cultural Kyle Rittenhouse” y detuvo a José Derman, la noticia tomó por sorpresa sólo a quienes ignoraban la existencia de este oscuro sujeto, conocido en La Plata y alrededores por una ristra de hechos que recién ahora son observados con alarma.
Derman había celebrado el ataque a la vicepresidenta Cristina Fernández
de Kirchner e incluso manifestó que se animaría él mismo a hacer algo
similar. Entre los objetos decomisados durante el allanamiento se
encontró un proyectil mortero de 83 milímetros que fue detonado horas
después.En el currículum de Derman se mezclan hechos varios de acoso y
amenazas a mujeres (incluyendo denuncias que, hasta el momento, el Poder
Judicial jamás hizo avanzar), vandalización de distintos locales de la
capital bonaerense y una escalada de anticipos sobre hechos de violencia
política como los que hizo el sábado, cuando en la red social de su
espacio aseguró que él mismo se animaría a “perpetrar un atentado”
contra Cristina Fernández.
--Eso ni lo dudes --respondió cuando le preguntaron públicamente si lo haría.
Y siguió:
-- Esto es una guerra y preparate vos para llorar en el cajón de muchos de tus kumpas, bolche sorete --le dijo a otro.
Su
vida y obra es propia de un libro de ciencia ficción, un relato
kafkiano que incluso era tomado a gracia por quienes no podían creer
cierto lo que este platense de 39 años publicaba en sus redes sociales:
en el garaje de lo que supo ser su casa familiar en calle 5 entre 64 y
65 decidió fundar un espacio que, en lo formal, no generó ninguna acción
más que los videos que Derman y sus eventuales secuaces filmaban. Unos
exordios cargados de odio, intolerancia, negacionismo y la idea de que
el marxismo amenaza desde cualquier esquina.
Quizás haya sido la nula
atención a estas proclamas lo que jamás motivó acción policial alguna:
del espacio no participaban más que José Derman y Sebastián Poch, otro
extraño sujeto que aseguraba tener origen español y forzar ese acento,
aunque en verdad es argentino nacido en la zona oeste del conurbano
bonaerense. Ambos habían sido expulsados de Fuerza Unidaria (otro núcleo
marginal de extrema derecha) por varias conductas, entre ellas haber
manipulado dinero que les habían dado para administrar. Juntos se
reordenaron entonces desde La Plata, donde orgullosamente anunciaron que
iban a erigir “el primer espacio cultural de extrema derecha en esta
ciudad y de toda la Argentina”.
Al bar lo decoró con pinturas de Bolsonaro, Trump, Seineldín, Iorio y el Malevo Ferreyra.
Al
Kyle Rittenhouse (inaugurado el año pasado en “homenaje” al
supremacista blanco que en 2020 asesinó a dos personas que manifestaban
contra la represión policial en Estados Unidos) lo decoraron en su
interior con pinturas y dibujos de los rostros de Donald Trump, Jair
Bolsonaro, Javier Milei y Mohamed Alí Seineldín, pero también de Ricardo
Iorio, Novak Djokovic y el tucumano Mario Malevo Ferreyra. La única
sanción que hasta entonces había recibido el espacio y sus dos
participantes fue una contravención municipal por vender café de una
pava eléctrica sobre una mesa ubicada en la vereda. Nadie pareció
reparar demasiado en la potencialidad peligrosa de este núcleo de
extrema derecha.
Sin embargo, no es la primera vez que Derman debe
comparecer ante la Justicia: en 2020 recibió varias denuncias de mujeres
que lo acusaban de enviarles fotos de sus partes íntimas sin su
consentimiento, además de mensajes intimidatorios y amenazantes. “Por
culpa de femibolches como ustedes es que yo ya no puedo tener más
relaciones sexuales con nadie”, barruntaba Derman, quien se vanagloriaba
de lo que hacía, al punto que él mismo hacía públicas estas acciones.
La
causa no avanzó hacia ningún lado y en mayo pasado fue sobreseído por
un tribunal porteño que lo declaró inimputable. El argumento era que
padecía un trastorno “delirante paranoide”, según una pericia
psicológica y psiquiátrica. Mientras tanto, José Derman pudo seguir
adelante con su vida, lo cual justamente le permitió armar este foco de
extrema derecha en el garaje de calle 5 entre 64 y 65. Desde ahí, Derman
y Poch realizaban encendidas arengas en favor de la intolerancia y el
negacionismo. Como nunca lograron más adhesión que la de algún eventual
curioso, ellos mismo se encargaron de llevar adelante acciones públicas
para llamar la atención. Entre ellas se destacan actos vandálicos en
locales partidos del Frente de Izquierda, ATE y murales de organismos de
derechos humanos. Varios organismos de derechos humanos habían pedido
públicamente una rápida intervención por estos episodios, aunque jamás
padecieron sanción alguna.
Luego de todos esos ataques, el Kyle
Rittenhouse recibió la visita de dos operadores políticos de Patricia
Bullrich. Fue a fines de junio, cuando los discursos de odio y violencia
iban acelerándose cada vez a mayor velocidad.
Derman y Poch también
intentaron lograr lo mismo con Javier Milei y su espacio, desde del
cuál se evaluó una posibilidad de la que el ahora diputado se despegó
con una publicación en tu cuenta de Twitter.
“Ellos no formaron una
agrupación organizada ni un núcleo de partidos políticos. Son unos
cortos de mente, incapaces de armar absolutamente nada. De todos modos
eso no les quita peligrosidad: son tipos que están muy mal de la cabeza y
varios en La Plata les tenían miedo porque pensaban que andaban
armados. Y ellos, como no tienen nada que perder, pueden animarse a
cualquier cosa. Tuvo que pasar esto, la amenaza, para que accionaran”,
cuenta a Página/12 alguien que siguió bien de cerca el funcionamiento de
esta célula.
La pregunta, en efecto, es cuál será la deriva judicial
de este hecho, teniendo en cuenta que Derman ya había logrado esquivar
otra denuncia por su perfil psiquiátrico. El intento de atentado a la
vicepresidenta Cristina Kirchner demostró que no se necesitan demasiadas
luces para cometer un hecho así. Y los muchachos del Kyle Rittenhouse
ya acumularon demasiados episodios como ignorar su peligrosidad.