Scioli entra al Gabinete
Daniel Scioli, el hombre que asumirá con una economía que se enfría bajo la atenta mirada del FMI (y de Guzmán). Scioli será un ministro que asumirá con una carga especial. Deberá enfrentarse con dos enemigos: la falta de dólares y el impacto del shock externo en la economía local. Daniel Scioli, el hombre que asumirá con una economía que se enfría bajo la atenta mirada del FMI (y de Guzmán) Por Julián Guarino. Daniel Scioli, el hombre que el Gobierno tiene designado para ocupar la silla del ministerio de Desarrollo Productivo tendrá un desafío impar. Por un lado, deberá gestionar la cartera de Producción en todas las áreas que su antecesor Matías Kulfas supo forjar y transitar. Por otro, será un ministro que asumirá la conducción del ciclo productivo con una economía que se enfría de forma progresiva, y que no podrá invertir ese ciclo.
La primera es una agenda nutrida que debe sostenerse y que representa
numerosos compromisos. Siempre en el plano técnico, esos compromisos no
sólo deben ser rápidamente asumidos, sino también reforzados para dar
una idea de continuidad que es estratégica en áreas como son la energía y
las materias primas, entre muchas otras. Dicho en criollo, debe
conservarse todo lo que ha resultado valioso en materia de definiciones
productivistas (muchas de ellas vinculadas a las políticas
extractivistas como la minería y el litio), que las hay y son valiosas.
Sin embargo, existe otro registro que es necesario profundizar.
eduardo valdes califico como cobardia la filtracion del off y apunto contra los kulfas que danan al gobierno
Scioli
será un ministro que asumirá con una carga especial. La inflación, que
está frenando el crecimiento económico en el mundo, también lo hace en
la Argentina. Las últimas cifras hablan: según el Indec, la actividad
económica creció 4,8% en marzo en términos interanuales, pero registró
una caída de 0,7% en comparación con febrero. Cualquiera podría
argumentar que este dato, el interanual, lleva 13 meses consecutivos de
suba. Pero sin embargo habrá que pensar mejor en una especie de
“serrucho”: en diciembre, este indicador, en términos mensuales, había
terminado el 2021 con una suba de 1,1 por ciento. Pero inició el 2022
con un retroceso de 0,7% en enero, una recuperación de 1,2% en febrero y
una nueva caída de 0,7% en marzo. Si alguien quisiese hacer una
comparación de ese ciclo, podría pensar que la economía “se enfría”, ya
que hasta mitad del año pasado avanzaba todos los meses a ritmo de 0,6%,
terminó el 2021 en 0,3% y ahora ya se ubica en torno a 0,2 por ciento.
Scioli
deberá enfrentarse con dos enemigos: la falta de dólares y el impacto
del shock externo en la economía local. Esto último podría entenderse
como la sumatoria de mayores costos globales en fletes, obturación de
las cadenas de valor, escalamiento de los precios internacionales y
profecías autocumplidas, al cerrar los países productores de alimentos
las líneas de exportación y generar una nueva ola de incrementos y mayor
inflación. Uno más: la suba de tasas de interés global y local. Como se
sabe, no hay divisas suficientes para financiar importaciones lo que le
pone un límite a la velocidad de la expansión económica, porque a mayor
nivel de avance de la actividad, mayores divisas requeridas para la
compra de insumos y bienes de capital en el exterior. Para tomar una
referencia, el Índice de producción industrial manufacturero (IPI
manufacturero) mostró una caída de 1,9% en marzo respecto a febrero
mientras que la construcción registró un retroceso de 1,9 por ciento
(ambos indicadores tuvieron subas en la medición interanual).
Súmese a
eso un detalle: el Banco Central cerró mayo con u$s 935 millones a
favor. Pero a la entidad monetaria se le viene haciendo difícil la
compra de dólares, ya que hasta esa fecha el saldo neto desde el
arranque del año apenas alcanzaba los u$s 1.047 millones, una cifra que
luce mucho más baja que los u$s 5.728 millones adquiridos en el mismo
periodo del año pasado.
¿Razones? El pago de la factura de
importación de energía y la liquidación de los vencimientos de deuda que
tienen las empresas, además de las importaciones indispensables para
sostener el aparato productivo y algo más de dólar turista. Ah, también
algo más: por dólar ahorro, se adquieren ahora cuatro veces más cantidad
de billetes verdes de la que demandaban hace un año. Guzmán sabe todo,
pero no dice demasiado. Prefiere el voluntarismo y la retórica política
mientras administra su relación con Georgieva. Confía en que, de
presentarse algún cuestionamiento, podrá solventarlo. Lo mismo cavila el
presidente Fernández.
Lo relevante en todo esto es la propia
definición del Gobierno y el FMI, de lo que tienen pensado para el país:
la economía tiene que crecer a una velocidad que sea compatible con el
objetivo de acumulación de reservas, donde, lo primero, para el Fondo,
es la acumulación de reservas… Por ende, en la próxima revisión del
organismo pesarán los condicionantes. El BCRA ya lleva cinco en el año,
llevó el tasa de referencia a 49%, lo que arroja un depósito bancario en
plazo fijo ofrecería un rendimiento anual de 60%. Para el final,
conviene recordar que el propio ministro Guzmán había homologado con el
FMI un aterrizaje suave del crecimiento económico. Había sellado un
crecimiento de 4% para este año (es la proyección oficial del FMI),
seguido de uno mucho más magro, de apenas el 3% para 2023. Hay que
recordar que el programa del organismo con la Argentina prevé una
expansión del PBI de entre el 3,5% y el 4,5% en 2022; de entre el 2,5% y
el 3,5% en 2023 y entre el 2,5% y el 3% en 2024. Ese pronóstico
pareciera estar pensado a la medida del ahorro de divisas necesario para
acumular reservas y la baja intensidad en materia del motor del consumo
en el PBI, para no demandar importaciones adicionales. De alguna forma,
y en esos aspectos, el Gobierno sigue por la ruta que imaginó hace
algunos meses, a pesar de la guerra, que pondrá más presión de ahora en
más para cumplir con lo comprometido con Kristalina Georgieva, la
directora gerente del FMI.