Los secretos del Llao Llao
Los secretos del Llao Llao: qué le dijeron los CEOS a Mauricio Macri y a qué se comprometió el ex presidente. En Bariloche reaparecieron los "importados", empresarios poderosos que se trasladaron a Uruguay para pagar menos impuestos. Son los que prefieren a Macri sobre Rodríguez Larreta, desconfían de Milei y quieren imponer un programa ultraliberal para "terminar con el kirchnerismo".
Por Leandro Renou. Cuentan que, si bien no fueron las palabras exactas y que hubo algunos matices de tono, el ex presidente Mauricio Macri arrancó su charla ante empresarios en el Foro Llao Llao admitiendo que “choqué todo”. La anécdota, confirmada a PáginaI12 por varios empresarios y curiosos que participaron el fin de semana en el evento que armó en Bariloche el CEO de IRSA, Eduardo Elsztain, grafica que el creador del PRO nada cómodo en las aguas del nuevo poder económico.
El establishment que hoy maneja los hilos en la Argentina ya decidió:
más allá de la pirotecnia mediática de instalación de diferencias de
fondo entre halcones y palomas, la única forma de volver al poder en
2023 es garantizando un triunfo con los titulares, lejos de los
moderados. Y la idea clara de que el modelo, con o sin él, es el de
Macri: eje en la baja de impuestos, liberalización de los mercados y
contracción del gasto.
Al coqueto hotel -que convive con
remodelaciones y escenas demodé como trofeos de caza exhibidos en las
paredes- Macri llegó incentivado por la presencia de “los importados”.
El ex mandatario es quizás quien mejor entendió que, más temprano que
tarde, el establishment está cambiando la piel. Marcos Galperín, CEO de
Mercado Libre, y Martín Migoya, de la empresa de software Globant,
volvieron por unos días a la Argentina para verlo y escucharlo.
Migoya y Galperín, "los importados"
Apenas
Macri cayó derrotado por el Frente de Todos en 2019, ambos tramitaron
su radicación en el Uruguay. Por este regreso temporal para ver al líder
espiritual se los denominó “los importados”.
Por esas cosas del
destino, a mediados de los 2000, con el kirchnerismo en su mejor período
económico, Migoya y Galperín casi que no existían en el universo de los
negocios. “Los hizo el peronismo”, bromeó pero no tanto ante este
diario uno de los que compartió tertulia patagónica con ellos. Ambos
crecieron a la luz de los subsidios en el marco de la Ley de Software.
Incluso Mercado Libre, que siendo una plataforma de ventas se coló por
la ventana en una norma que nada tenía que ver con su actividad
comercial.
Hoy, Migoya y Galperín son los Paolo Rocca (Techint) y
Luis Pagani (Arcor) de este tiempo. No sólo porque sus empresas valen
mucho más en dinero que las dos primeras, sino porque manejan los hilos
de la línea económica que pretenden tenga el macrismo. Los acompañan un
grupo de jóvenes ultra conservadores que no le tienen miedo a jugar sin
máscara.
La referencia es para el Grupo Argentina Mejor (GAM), una
especie de club de hijos renovados de ricos vieja escuela, donde reinan
los retoños del ex CEO de la FIAT Cristiano Rattazzi y el banquero
Eduardo Escasany. Son casi una fuerza de choque de los Unicornios y
dicen en público que “no es momento para tibios”.
Los problemas de Rodríguez Larreta
Horacio
Rodríguez Larreta desembarcó en el Llao Llao con un equipo
comunicacional, discurso armado y bajada de línea para instalarse como
el líder elegido. Algunos pocos le dieron el gusto, otro tanto hicieron
los CEO de los medios grandes, que no se quieren quemar de nuevo con
Macri.
Pero el alcalde porteño tiene un problema, o varios: el
primero, los empresarios le marcaron la cancha en la ronda de preguntas y
le aclararon que no puede ser candidato solo, sin un apoyo más amplio. Y
le blanquearon que la idea debe ser “terminar con el kirchnerismo”. Esa
lectura le explotó la matrix al jefe de Gobierno, que intenta de manera
infructuosa dar cuenta de que hay que ganar, pero también gobernar.
Larreta
tiene, a diferencia de Macri, una comprensión de la realidad que parte
más desde las posibilidades de la política. Pero los CEO le hicieron
saber, en varios cafés reservados que mantuvo, que para ellos el eje de
la campaña es el plan.
En el entorno de Galperín cuentan que no
puede volver a salir mal esa apuesta de instalación de ciertas reglas y
que, para eso, el ejecutor de las mismas no puede ser un candidato
indefinido. Las acciones de Larreta bajan en un escenario donde el
empresariado ve un gobierno de Alberto Fernández débil, pero a
diferencia de Juntos por el Cambio, no lo da por derrotado ni mucho
menos. Sobre todo, porque para despejar la equis, falta el dato más
importante: saber contra qué o quiénes competirá el macrismo. Cuál será
la alquimia para el 23 del Frente de Todos.
En medio de la
efervescencia de Cambiemos, que parece ya poner en la línea a los
candidatos presidenciales en una interna virtual y muy adelantada, los
empresarios prefieren no comerse el postre antes que la entrada e ir a
lo seguro. Incluso Javier Milei, la fulgurante estrella de la escena
actual, recibió duros cuestionamientos del auditorio. Los CEO no quieren
ni moderados ni experimentos sociológicos.
El abrazo de Macri con los unicornios
Galperín,
Migoya y su socio, Guibert Englebienne, se juntaron a tomar un café a
mediados del año 2019 y terminaron armando un grupo de WhatsApp para
bancar la candidatura presidencial, pero jamás comunicaron su esencia.
Lo llamaron “Nuestra Voz” y es -ahora muy raleado- un grupo que terminó
expulsando a toda la crema del establishment que llegó pensando que se
trataba de uno de tantos chats de debate empresario. Se bajaron en su
momento varios popes, entre ellos el banquero Jorge Brito hijo, que hoy
preside Banco Macro y el club River Plate, y el CEO de Insud, Hugo
Sigman, que nunca tuvieron una relación fluida con el macrismo.
Los
unicornios como Mercado Libre o Globant son abrazados por Macri y
viceversa por otra razón de peso. Se jactan de no depender, como Rocca o
los grandes constructores, de los negocios con el Estado. Aún cuando
sus empresas valen más de 1000 millones de dólares, disponen sobre las
condiciones laborales y tienen parte de sus sociedades radicadas en
dependencias offshore, cuentan que Macri sigue llamándolos
“emprendedores”. De algún modo, el ex presidente expuso su preferencia
por ellos criticando a los otros. Macri, que proviene de una empresa que
vivió casi toda su existencia de los negocios con el Estado, se quejó
ante los CEO del Llao Llao de que todos le decían que iba bien rumbeado y
celebraban sus cambios de política, pero antes de irse de su despacho
le preguntaban “si está garantizada la mía”, en relación al dinero que
les facilitaría el Estado.
En el entorno del alma matter del PRO
aún creen que, en la relación con los nuevos CEO, la política puede
dominar. Es, quizás, el único punto que Macri no maduró: el poder
político es una circunstancia en un escenario de base donde los grupos
de poder guían, con uno u otro modo, las líneas decisorias.
El Gobierno quiere hacer pie en zona roja
El
Gobierno Nacional, ante semejante escenario, mira de costado. Al
ministro de Economía, Martín Guzmán, lo abrazaron en el Llao Llao como
el garante moderado de una transición que debe derivar en otra cosa.
Esto último es, entre otros factores, lo que no gustó en referentes del
Frente de Todos. Que el Círculo Rojo celebre a un funcionario que –según
su prisma- no los combate, justo en el marco de un debate sobre la
distribución del ingreso donde los grupos están ganando dinero a niveles
del 2017.
Elsztain, al que todos elogian por su pragmatismo y
capacidad de ver más allá de las pasiones- estuvo una hora charlando con
Guzmán en una sala cerrada del hotel del que es propietario. Desde
ambas partes admiten que el diálogo fue muy positivo, pero el mano a
mano se dio mientras el resto no participaba. Y otro dato fuerte: aunque
Elsztain juegue al pragmatismo, su reunión es la incubadora del nuevo
poder de los unicornios, y fue él el primero en darse cuenta de que,
también, hay que modernizar la rosca empresaria, plagada de operadores
vieja escuela atados a negocios convencionales.
El diputado y
dirigente de la CTA, Hugo Yasky, fue muy duro por estas giras Círculo
Rojo que encaró Guzmán, y le pidió que se vuelque más al sector pyme. El
planteo tiene su lógica: hoy, el Gobierno está buscando convencer
políticamente a sectores que ya decidieron dónde y cómo jugar. Pero no
son todos: hay una fuerte construcción de industriales de todo el país
con base pyme que no están en la rosca, pero sí en las fábricas. Y que
son la base del empleo y de la realidad que observan día a día en sus
trabajadores.
En las filas del cristinismo le insisten a
Fernández que ninguno de los salvados con sueldos pagados por el Estado
en la pandemia, con apoyo crediticio y subsidios y ganancias récord, le
retribuirán el gesto porque la disputa es ideológica y de modelo. Y lo
que viene son tiempos de pre campaña. En ese contexto, Guzmán almorzará
este 4 de mayo con otro polo empresario de peso, el Cicyp. Será en el
Hotel Alvear y los conducirá su presidente y titular de UIA, Daniel
Funes de Rioja.