La propiedad de una fortuna no es un derecho absoluto Por: Dr R. Villafañe
El derecho a la propiedad privada de dinero y bienes no es un derecho absoluto. Sin embargo, hubo un tiempo en el que se avanzó negativamente en el concepto, llevándolo a extremos que lo superpusieron por sobre derechos humanos naturales fundamentales, que hacen a la dignidad humana. Al punto tal, que en la “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”, de 1789, emitida por la Revolución Francesa, en el artículo 17, se sostuvo que dicho derecho es “sagrado”. Y como todo lo sagrado, poco a poco, se lo convirtió en un verdadero dios a rendirle culto.
La “Declaración Universal de Derechos Humanos”(DUDH) de 1948, dejó en
claro, que el derecho a la propiedad no es sagrado, pero que “toda
persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente y
nadie será privado arbitrariamente de su propiedad”, (art. 17).A su vez,
la “Convención Americana sobre Derechos Humanos”, de 1969,estableció,
que “toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes”, pero hizo
presente, que “la ley puede subordinar tal uso y goce al interés
social”, (art. 21), porque es un derecho humano relativo (ver art. 27).
Sin
embargo, se nos fue educando que la gran riqueza, por ende, la
propiedad de mucho dinero y bienes que ello implica, es un objetivo
básico para lograr el éxito en la vida. Se nos ha presentado al “rico”
como un modelo exitoso meritorio de seguimiento y aceptación social, sin
juicio crítico sobre el origen, la acumulación innecesaria de riqueza
yla utilización del dinero sin límites, ni escrúpulos. Además, a la
riqueza se la asocia con la posibilidad de hacer hasta lo prohibido y
por supuesto,que permite evadir impuestos en paraísos fiscales,
aprovecharse de los más débiles y no comprometerse con las realidades y
emergencias sociales.
El Pato Donald y Los Simpson
Esta última
concepción ha sido defendida y enseñada de diversas formas, algunas muy
sutiles. Cabe recordar, por ejemplo, la famosa historieta del Pato
Donald, de la compañía Walt Disney, que contaba la historia de uno de
los personajes centrales el Tío Rico que era un billonario. En la
historieta esa circunstancia lo habilitaba a él, sin juicio crítico, ni
cargo de conciencia y tampoco criterios de solidaridad, a hacer actos
miserables a su sobrino el Pato Donald y a otros. Y se mostraba, que el
máximo disfrute merecido del Tío Rico lo tenía cuando podía tirarse de
un trampolín a una pileta que estaba llena de monedas. Esta historieta,
desde comienzo del siglo XX, tuvo mucha influencia formativa en niños y
niñas, a través de revistas y de dibujos animados. Todo lo que bien
comentan Ariel Dorfman y Armand Mattelart en su trabajo “Para leer al
Pato Donald”.
La lógica se prolongó, hasta la actualidad, en la misma
dirección de inducir la mirada benévola y exitosa de ricos sin
escrúpulos, a partir también de dibujos animados de manera que parece
inocente, tal es el caso de la serie estadounidense “Los Simpson”. En
ella, el Sr. Montgomery Burns es un personaje siempre presente. Él es el
hombre más rico y poderoso de Springfield y es el propietario de la
Planta de Energía Nuclear donde trabaja Homero Simpson. Burns suele usar
su poder y riquezas para hacer lo que le place, sin responsabilizarse
de las consecuencias, aunque viole las medidas más elementales de
seguridad de la planta de energía nuclear. Todos lo respetan por su
dinero, no responde ante la ley y las autoridades miran para el otro
lado.
Lewis, Vicentín y Aporte Solidario
Así, en Argentina, por
ejemplo, el empresario inglés Joseph Lewis, una de las más grandes
fortunas inglesas en el exterior, dueño de tierras lindantes con el Lago
Escondido, en la provincia de Río Negro, ha sido intimado, en
reiteradas oportunidades, por el Superior Tribunal de Justicia de Río
Negro, para que proceda a la apertura de caminos preexistentes a la
compra de la propiedad. Más, Lewis, aún hoy, no sólo no ha cumplido las
órdenes judiciales, sino que el propio ex-presidente Mauricio Macri, a
principios de 2017, salió a defenderlo públicamente. Y no hubo, ni hay
reacción social, ni política al respecto. Mientras se reacciona
negativamente, cuando otros sectores débiles reclaman un pedazo de
tierra para tener una vivienda adecuada, lo que se lo garantiza la
Constitución Nacional y los pactos de derechos humanos, (ver art. 25
DUDH).
El dato básico del colonialismo mental que se ejerce, a través
de la prensa hegemónica por los grandes poderes económicos, llega al
punto, que los sometidos a sus intereses terminan pensando como ellos.
Es el triunfo del amo que ha logrado que el esclavo piense, sienta y
quiera como él.
Algo parecido a lo referido sucedió con el tema de la
empresa Vicentín, respecto de la cual las víctimas, sin mayor análisis
salieron a defenderla en contra de la posibilidad que sea expropiada por
la Nación y se auto proclamaban como “Todos somos Vicentín”, más allá
de las irregularidades, muchas de ellas de naturaleza penal, llevadas
adelante por la empresa.La realidad demostró, que cuando el gobierno
nacional desistió de avanzar en el salvataje de la empresa, los que se
oponían, ahora no pueden cobrar sus acreencias, ni los trabajadores los
sueldos y sufren muchas otras realidades no asumidas por la empresa y
sus dueños.
Los ejemplos antes referidos son algunos de los hechos
que marcan el colonialismo de los grandes intereses en nuestras
reacciones sociales y políticas.
Lo mencionado corona ahora, con
motivo del proyecto de ley de “Aporte Solidario y Extraordinario para
Grandes Fortunas”, con media sanción en la Cámara de Diputados de la
Nación, aporte que las grandes fortunas de más de $200.000.0000 tienen
que hacer, por única vez, para planes sanitarios y productivos, atento
los efectos de la pandemia de Covid-19. Aproximadamente 9.000 personas
tendrán que aportar, sin embargo, 115 diputados y diputadas, que
representan a 44.000.000 de argentinos, se opusieron defendiendo a los
intereses de “las grandes fortunas”.
Superemos los colonialismos mentales.
Miguel Julio Rodríguez Villafañe
Abogado constitucionalista,
especialista en Derecho de la Información
Periodista de opinión