Las verdaderas razones del rechazo macrista a la reforma judicial
Las verdaderas razones del rechazo macrista a la reforma judicial
El rechazo, sin siquiera conocer lo que rechazaban, se explica porque cualquier cosa que fuera, venía a desmontar el dispositivo que los poderes fácticos, mediáticos y políticos construyeron en Comodoro Py. Una "virtud republicana" que hace lo contrario de lo que predica. Por Luis Bruschtein
No importa el contenido de la Reforma Judicial, lo que importa es que no se metan con mi juguete. Es lo que transmite el rechazo macrista a la Reforma Judicial antes de conocer su contenido. Periodistas que no dijeron nada cuando Mauricio Macri quiso introducir de contrabando a dos jueces en la Corte, ahora escriben enjundiosos y largos artículos con puras conclusiones subjetivas porque, en concreto, la propuesta que llega al Senado consiste hasta ahora en la unificación de dos fueros, lo cual es bueno porque aumenta los juzgados del fuero federal, y punto.
Sin embargo, no fue una reacción caprichosa la de los dirigentes ni la
de la señora de Recoleta que escuchó el discurso de Alberto Fernández y
corrió a la cocina a buscar la cacerola. No importa el contenido de la
Reforma, porque el Poder Judicial ha sido el campo de golf de los dueños
del país y son los únicos que tienen derecho a meter mano. Si el dueño
mete mano con una mesa judicial clandestina como sucedía durante el
macrismo, no les parece mal. Pero que lo haga un gobierno democrático
por vía institucional es un horror, venga la cacerola.
Bastan algunos
ejemplos. Tres jueces provinciales de primera instancia protegieron a
las corporaciones mediáticas con situación dominante en el mercado y
frenaron durante cuatro años una ley de medios discutida y aprobada por
el Congreso que, en esencia, era una ley antimonopólica. Un juez
provincial acaba de amparar al directorio de la empresa Vicentin acusado
por proveedores y por sus mismos accionistas de administración
fraudulenta. Una empresa que estafó millones de dólares a los bancos
públicos no puede ser ni siquiera intervenida por el principal
perjudicado que es el Estado porque se lo impide un juez nacido y criado
en San Vicentin. En ninguno de los dos casos se trataba del poder de
los jueces, sino del poder de las grandes corporaciones que protegían.
Tercer
ejemplo: el procurador interino Eduardo Casal, nombrado por Macri luego
de desplazar con presiones y extorsiones a la procuradora Alejandra
Gils Carbó, se excusó ante la comisión bicameral de Seguimiento del
Ministerio Público. Le habían pedido una rendición de cuentas de su
gestión desde 2017 hasta la fecha.
Casal dijo que no tuvo tiempo para
explicar en qué gastó su presupuesto, pero sí lo tuvo para sumariar a
la fiscal Gabriela Boquin, a cargo de la causa del Correo que reclama el
pago de millones de dólares de las empresas de Macri al Estado. Casal
es interino, no tiene tanto poder. El poder está detrás suyo, son los
intereses que defiende cuando hostiga a la fiscal que Macri quiere
sacar.
Son tres ejemplos sin contar todas las causas abiertas por el
lawfare contra ex funcionarios de los gobiernos kirchneristas, con
peritos truchos, cuentas infladas, testigos extorsionados y jueces y
fiscales parcializados, como el fallecido Claudio Bonadio o el fiscal
Carlos Stornelli imputado en una causa de extorsión y espionaje
relacionada con algunas de las causas de lawfare que este polémico
funcionario tiene a su cargo.
El contraste entre la actitud de
funcionarios de la gestión kirchnerista y la de Mauricio Macri ante la
Justicia también es revelador. Macri ha hecho lo imposible para obstruir
la investigación sobre espionaje durante su gobierno y sobre los
préstamos irregulares a Vicentin. Se negó a entregar su celular y cuando
el juez se lo reclamó de todos modos, y lo iba a citar a indagatoria,
Macri se fue del país. Aunque regrese, difícilmente lo haga antes de dos
meses, con lo cual interfiere la acción de la justicia, que estaba a
punto de imputarlo en las causas.
Con todo en contra, un juez que la
perseguía, la hostigaba y buscaba humillarla, Cristina Kirchner y
ninguno de los exfuncionarios kirchneristas, pusieron obstáculos a la
investigación como sí lo hace ahora el expresidente Macri.
La reforma
judicial no se limitará a esa primera medida que figura en el proyecto
que llegó esta semana al Senado, sino que se irá produciendo a partir
del trabajo del Consejo Asesor integrado por once personalidades. Los
juristas militantes de la derecha que opinan como si fueran técnicos sin
alineamiento, responden a los partidos de la oposición y por ese motivo
son los que tienen mayor presencia mediática.
Son los que han
salido a criticar la iniciativa en los medios. Pero son figuras con poca
legitimidad. Los que en algún momento pudieron tener cierto prestigio
en el ámbito judicial, lo rifaron, porque fueron cómplices o mantuvieron
el silencio cuando el gobierno del PRO, los radicales PRO y los
seguidores de Elisa Carrió vandalizaron el Poder Judicial desde el
Ejecutivo. No son teóricos impolutos del derecho. Quedaron manchados por
el silencio y la complicidad con la Mesa Judicial del macrismo.
Por
esa razón, la furia por la propuesta, en contrapartida bastante sensata y
moderada, del oficialismo no se basa en sus contenidos, sino en su
fundamentación.
Cuando el Presidente dijo que se buscaba “una
justicia sobre la que no influyan los poderes mediáticos, los poderes
fácticos ni los poderes políticos”, estaba hablando de lo que ellos han
consentido y generado.
Fue más claro todavía al considerar que los
años de Mauricio Macri "estuvieron signados por medidas que afectaron
las reglas de imparcialidad que deben gobernar la acción judicial en un
Estado de Derecho". Y fue contundente al expresar su rechazo “a una
política que judicializa los disensos para eliminar el adversario de
turno". Y recalcó: "Busco hacer la República que todos declaman, pero
que algunos humillaron".
Los “constitucionalistas” cuyos rechazos a
la reforma judicial de Alberto Fernández fueron tan amplificados son los
que avalaron la perversión del Poder Judicial en los cuatro años de
macrismo. Tendrán que buscar nuevos “constitucionalistas” serios.
El
rechazo, sin siquiera conocer lo que rechazaban, se explica porque
cualquier cosa que fuera, venía a desmontar el dispositivo que ellos
montaron. Cuando en las redes acusan de “traidora” a Graciela Camaño,
esa actitud queda clara. Porque el voto de la diputada en el Consejo de
la Magistratura habilitó la investigación del traslado irregular de diez
jueces en el fuero federal. El proyecto de reforma judicial no habla de
desplazar jueces, pero esta resolución sí. Y afectará la estructura de
poder que construyó el macrismo en Comodoro Py.
La reforma judicial
traspasa el ámbito de la Justicia y se incrusta en el imaginario sobre
el cual construyó su identidad la nueva derecha representada en
Cambiemos y ahora en Juntos por el Cambio. La derecha rehúye el debate
sobre economía y política porque sus planteos son elitistas, pero hace
su bandera con una construcción ficticia sobre la ética y los principios
republicanos. Es ficticia porque en el mismo momento que la enuncia, la
transgrede.
Proclamarse defensores del sistema republicano y armar
una mesa judicial que opera en las sombras para presionar y extorsionar
jueces, fiscales y testigos, que maniobra para sacar y poner
funcionarios es decir una cosa y hacer la contraria. El macrismo y sus
aliados no pueden soportar la develación de esa práctica porque destruye
la esencia de su identidad y por eso la reacción es tan
desproporcionada en relación con lo que propone el oficialismo. La
Reforma Judicial deshace el discurso que convoca a la derecha.
Hubo
poco caceroleo esta vez. En los barrios del sur nada. Se sintió algo en
Caballito y fuerte en Recoleta. La señora que revoleó su cacerola
tampoco sabía nada de lo que propone la reforma judicial. Pero no puede
soportar el discurso que la fundamenta porque destruye el imaginario que
la diferencia y le da una identidad. Ese lugar falso proporciona el
alivio de verse como un luchador contra la corrupción. Esa ambigüedad de
decir una cosa y hacer lo contrario es habitable mientras la verdad no
sea revelada. No importa que no sea cierto mientras la gente crea que lo
es.