La oligarquia inquieta amenaza
La alta burguesía agraria amenaza al gobierno de Alberto Fernández
Después de cuatro años de fiesta en la que ni siquiera estuvo obligada a liquidar exportaciones, con su consecuente impacto en las devaluaciones y la salida de capitales, la alta burguesía agraria quiere seguir teniendo "almuerzos gratis". Por Claudio Scaletta P12
Los sectores más concentrados del agro están batiendo tambores de guerra por las retenciones.
“No hay almuerzo gratis”. La frase, muy estadounidense, fue popularizada por Milton Friedman, aunque no le pertenece. La idea es simplemente que antes o después todo se paga, aunque en boca de libertarios remite a la austeridad fiscal, a que los gastos “excesivos” de un período indefectiblemente deberán pagarse en otros, sin que medie la agregación de valor en el medio.
La paradoja del presente, sin embargo, es que quienes no parecen
entender que no existen los almuerzos gratis son precisamente quienes
más comulgan con las ideas del padre del monetarismo, como por ejemplo
la “alta burguesía agraria” local.
En el mismo diciembre de 2015,
esta alta burguesía agroexportadora fue beneficiada por la quita y
rebaja de retenciones. El beneficio se sostuvo en el tiempo a pesar de
las fuertes devaluaciones de la etapa. Sólo la presión del FMI llevó,
recién sobre fines de 2018, a que las retenciones se reestablezcan
parcialmente pero como suma fija, con lo que rápidamente fueron licuadas
por más devaluaciones, como se predijo desde el minuto cero. La
eliminación y rebaja de las retenciones provocó otro efecto predecible,
retroalimentó el déficit interno. Nunca debe olvidarse que cuando las
clases privilegiadas y sus voceros hablan de equilibrio presupuestario
lo que está en la mira son los gastos, nunca los ingresos. No es una
obsesión por la prolijidad contable, sino la búsqueda de impuestos
mínimos.
Pero la baja de impuestos que benefició durante estos cuatro
años a la alta burguesía agraria no fue un almuerzo gratis, sino una de
las piedras angulares del modelo macrista. Su contrapartida fue el
desfinanciamiento del erario y el endeudamiento público, situación que
llevó al retorno de la lógica del ajuste permanente. El resultado fue la
destrucción de las funciones del Estado, el parate del aparato
productivo, el aumento del desempleo, la pobreza y el hambre. Dicho de
otra manera, nada como los impuestos refleja las relaciones de poder al
interior de una sociedad. La falta de visión sobre los procesos de
desarrollo llevó a la alta burguesía agraria local a creer que
efectivamente había almuerzos gratis y que a ella nunca le llegaría la
cuenta.
Siguiendo la lógica de los impuestos como reflejo de las
relaciones de poder en un momento dado, si el cambio de gobierno
significa el empoderamiento de un sector distinto de la sociedad los
impuestos deberán reflejarlo. Alberto Fernández no lo ocultó durante la
campaña. Cada vez que le preguntaron por las retenciones contestó que el
déficit fiscal que heredará del macrismo, cercano a los 7 puntos del
Producto, deberá ser financiado por los sectores más favorecidos por el
régimen que finaliza, entre otras razones porque ya no hay más espacio
para seguir ajustando a los que menos tienen. Se lo dijo incluso a los
enviados del FMI. En el camino Fernández abandonó el esencialismo
fiscalista de los primeros tiempos. Sostuvo que parte de la reducción
del défict será financiada por el crecimiento, pero al comienzo la suba
de retenciones será inevitable.
Frente a la realidad de los hechos,
desde los sectores más concentrados del agro batieron tambores de
guerra. Un video que circula en las redes sociales, firmado por
“Guardianes de la república. Campo + Ciudad” expresa, con fondo de
imágenes de maquinaria agrícola y movilizaciones en las rutas que
rememoran 2008, una literal amenaza: “Las urnas eligieron a Fernández.
Respetamos ese resultado y trabajaremos como siempre por el bien del
país. Pero que nadie se equivoque. Aceptar la decisión de las mayorías
no significa que nos pasen por encima. Estamos organizados y trabajando,
a lo largo y ancho del país y al costado de las rutas, en cada ciudad,
en cada pueblo, estamos conectados y alertas, para responder a cualquier
medida autoritaria y abusiva.” El video cierra con un contenido más
político en un intento de trascender lo meramente sectorial: “Delirios
como una justicia militante, la reforma agraria, la persecución a la
prensa, nos encontrarán juntos y más fuertes que nunca. Defenderemos la
libertad. A los abusos, a los aprietes y al saqueo les decimos nunca
más”. Vale destacar que las amenazas preventivas son contra un gobierno
que todavía no asumió.En la misma línea se manifestó la Sociedad Rural,
para quien “la caída de actividad, la persistente inflación, la falta de
crédito y el déficit fiscal” no son culpa del gobierno saliente y sus
privilegios sectoriales, sino “consecuencia de desajustes en la economía
de larga data, a causa de un gasto público creciente, desmedido, poco
transparente y de baja calidad”, factores que serían causantes del
“aumento de la pobreza y la marginalidad que, como argentinos, nos
preocupa y nos duele”. Si estas son las causas, entonces el problema no
se resuelve “con un aumento de la presión impositiva, ya de por sí
insoportable, ni con nuevos tributos ni derechos de exportación”, lo que
a juicio de los ruralistas sería contraproducente, sino continuando con
el ajuste del gasto, “el esfuerzo no puede recaer siempre sobre el
sector privado. La política argentina, el Estado nacional y las
jurisdicciones provinciales y municipales deben hacer un ajuste
profundo, sincero y sustentable de una vez por todas”. O sea más de lo
mismo: antipolítica, antiestado, apretar a los que menos tienen y “a mí
no me toquen”. Después de cuatro años de fiesta en la que ni siquiera
estuvo obligada a liquidar exportaciones, con su consecuente impacto en
las devaluaciones y la salida de capitales, la alta burguesía agraria
quiere seguir teniendo almuerzos gratis.
Al nuevo gobierno le tocará
la tarea de enmendar los errores de los tiempos de la 125. Será
necesario separar la paja del trigo y educar a los medianos y pequeños
productores para que comprendan que sus intereses no son los mismos que
los de los grandes exportadores. La tarea principal será entender que
los bajos precios primarios en relación a los precios que pagan los
consumidores no se relacionan con el nivel de retenciones, sino con los
procesos de formación de precios. La explicación deberá acompañarse con
la práctica. Será necesario “abrir las cadenas de valor” y estudiar la
formación de precios a su interior. Las economías regionales vienen de
experimentar en carne propia como la eliminación de retenciones no
cambió los precios recibidos. También saben que es mucho más lo que
pierden en los procesos de comercialización que por presuntos “impuestos
insoportables”.
Un Estado inteligente y activo tiene mucho por
hacer para mejorar los ingresos de la producción primaria, lo que a su
vez es el primer paso para el aumento de las cantidades producidas y la
prosperidad de todos los actores de las regiones, no sólo de los
exportadores.