Colonialismo mental, desinformación, medios y deuda
COLONIALISMO MENTAL, DESINFORMACIÓN,
MEDIOS DE DIFUSIÓN Y DEUDA EXTERNA EN ARGENTINA
Por el Dr. Miguel Julio Rodríguez Villafañe•
El plan de colonización mental mediática
El endeudamiento externo ilegítimo en América Latina, y especialmente en Argentina, estuvo acompañado con acciones que facilitaron la trampa y lo indebido y permitieron que se ocultara la información relevante a la sociedad sobre dicha problemática. La estrategia de ocultamiento, desinformación y manipulación cultural, estaba asentada en diversas modalidades de manejos de medios de difusión, funcionales al objetivo querido, llevadas a cabo, especialmente, en los últimos 50 años.
Para el referido fin, entre las dinámicas desarrolladas, se puede
señalar la cooptación o la compra de medios de difusión, en especial por
los bancos intermediarios de colocación de deuda externa de los
gobiernos y/o prestamistas externos y/o por sus representantes y/o
vinculados a ellos. Éstos se hicieron dueños, total o parcialmente, de
empresas de medios de difusión o las condicionaron de diversas formas,
directa e indirectamente. Entre estas últimas modalidades, se desplegó
una estrategia de inducción a tomar créditos, que después terminaba
cercando económicamente a las empresas dueñas de medios de difusión, por
la inestabilidad económica en la que se sumía al país por ciclos.
Otra
forma de seducir por parte de los Bancos, para condicionar la
información sobre aspectos del funcionamiento de la banca y sus
créditos, consistía en invertir una cantidad significativa de dinero en
publicidad en los medios de difusión. Esto a muchos los hizo
dependientes de dicho ingreso y por ende, actuaban con temor de perder
esa pauta publicitaria, si se decía algo que pudiera no gustar a
quienes, desde el mundo de las finanzas les pautaban propaganda valiosa.
O sea, por un lado o por el otro, se condicionaba a los medios de
difusión para que no digan nada negativo o presenten una visión
determinada del accionar, especialmente de las entidades financieras
locales e internacionales y las acciones gubernamentales que las
favorecían.
A su vez, a esos medios de difusión cooptados o
condicionados, el Estado les facilitó una dinámica por la cual se
permitió una importante concentración de la propiedad de los mismos que,
en muchos casos, llevó conformar grupos monopólicos y/u oligopólicos
muy fuertes. Éstos, a su vez, lograban de esta manera administrar, más
fácilmente, el discurso único en el tema de endeudamiento externo y
competir deslealmente con quienes no estaban cerca de los fines queridos
por dichos grupos. Para ello también se garantizó, en algunas
prestaciones de radiodifusión, un mercado cautivo a las estructuras
operantes sobre la opinión pública. De esta forma éstos se apoderaron de
los principales y más influyentes medios de comunicación masivos.
En
Argentina, por otra parte, no se permitió el ingreso de nuevos
titulares de licencias para radio y televisión con el uso, abuso y
manipulación inconstitucional de la Ley de Radiodifusión 22.285 de 1980
dictada en el Proceso Militar de Facto, (1976-1983). Luego, por la Ley
23.696 llamada de “Reforma del Estado”, de 1989, se amplió aún más la
concentración, cuando autorizó que los medios gráficos más importantes,
mucho de ellos dueños de la empresa “Papel Prensa S. A.”, -empresa que
produce el papel para diarios-, pudieran ampliar su influencia,
grandemente, en medios de radiodifusión, lo que, en principio, no les
estaba permitido .
Mientras tanto, particularmente, a las
instituciones de la economía solidaria no comerciales, como es el caso
de las cooperativas, mutuales, gremios y demás organizaciones de la
sociedad civil sin fines de lucro, se las excluyó de la posibilidad de
contar con medios de radiodifusión o de los llamados servicios
complementarios (servicio de TV por cable, antena comunitaria y bandas
de UHF y MMDS), (art. 45 de la ley 22.285). Por lo que resultaba
dificultoso difundir otra visión alternativa de la realidad, y el
discurso único reinaba en los grandes medios de difusión.
Asimismo, a
los medios gráficos que no necesitaban autorización estatal para
funcionar, se los condicionó con el precio y acceso al papel de diario,
porque la productora nacional más importante de dicho insumo, era la
empresa Papel Prensa S. A., que estaba en manos de un pequeño grupo de
medios, ya referido -de particular envergadura económica Clarín, diario
La Nación- y del Estado. Y este último, actuó de manera funcional a los
intereses de los que detentaban el poder económico en la empresa y entre
ambos podian invisibilizar la problemática de las deudas externas.
Con
lo referido, la información, en materia de créditos o deudas externas,
era acotada o invisibilizada, por los diarios, radios y televisión
cooptados o condicionados por las entidades financieras vinculadas a las
obligaciones crediticias que se asumían por el Estado.
En el
objetivo buscado, también se manipuló la visión sobre las deudas
externas que se asumían, hasta en el uso del lenguaje cotidiano. Se
utilizaban y utiliza para ello palabras o frases inductoras y tramposas,
que favorecían y favorecen a una visión edulcorada de la problemática o
distoricionada, con sometimiento económico, jurídico, cultural y
sicológico, en una verdadera colonización cultural semántica en la
materia, (sobre lo que se ampliará más adelante en este trabajo).
En
otras ocasiones, como parte de la misma lógica de ocultamiento, se
apeló a un lenguaje complejo, -casi críptico- y de difícil comprensión
para las personas en general, dejándose la sensación que sólo algunos
elegidos eran y son los que podían y pueden evaluar y tratar la
temática, con capacidad reconocida sólo por los interesados. Y todo
aquel que no perteneciera a ese grupo de elegidos, (“debidamente
formado” -o adoctrinado- en los centros del poder económico y sus
universidades), no se les reconocía autoridad técnica para hablar sobre
el tema. A estos últimos además, se los presentaba como “subversivos”
que no merecían ni merecen respeto, ni consideración, ya que, podían
empujar al país al abismo de la indiferencia de los sectores crediticios
multilaterales. La descalificación y el miedo siempre se dejó
traslucir, para operar como método paralizante de cualquier acción o
reacción ante los latrocinios financieros a los que se nos sometió y se
nos somete. Siempre se dejaba en claro que, en un “mundo civilizado” del
lucro financiero, con modalidades globalizadas, no se puede discutir el
cumplimiento irrestricto de las obligaciones contraídas, sin importar
si las mismas fueron legítimas o ilegítimas y sus efectos fueran
injustos y denigrantes, bajo pena de desaparecer del mundo.
Lo
referido, como se ha dicho, estuvo y está acompañado de una bien
instrumentada manipulación de la información a la opinión pública por
los medios de difusión, sobre la conformación de la deuda externa de
Argentina, montado en una desinformación estructural de las obligaciones
dinerarias asumidas por el país y la falta de trasparencia en los
acuerdos. Baste referir que los contratos por los que se tomaba y toma
deuda, por lo general tienen, como regla, cláusulas de secretismo. A lo
que hay que sumar que en dichos convenios de deuda se obliga a resignar
la jurisdicción nacional soberana, para el análisis de las cuestines que
se sucitaran. Aún más, ello permitió que jueces de menor cuantía de
Nueva York, del fuero federal de primera instancia, como Thomas Poole
Griesa, pusieran en vilo el futuro del país, antre las acciones
deducidas por “fondos buitres” en contra del país y que los problemas se
trataran como si fueran cuestiones entre simple particulares.
A su
vez, los medios de difusión ayudaron al desarrollo e incentivo de
actitudes culturales negativas, que colaboraron a gestar conductas y
humores sociales tolerante, a los verdaderos latrocinios a los que se
sometió y se somete al país, en materia de endeudamiento interno y
externo.
Después, en Argentina la Ley 26.522 de Servicios de
Comunicación Audiovisual de octubre de 2009 que derogó ley 22.285
mencionada, abrió puentes para democratizar la comunicación, fijó pautas
en contra de los monopolios mediaticos y permitió acceder a medios de
difusión a las entidades sin fines de lucro. La norma pretendió poner un
tope a la sobre presencia de determinados medios, en particular, al
llamado grupo Clarín, entre otros. Se buscaba desinversiones que
permitieran una competencia real de todos y que en ello se garantizara
la democratización de la palabra. Costó avanzar por los planteos
judiciales formulados por los detentadores de medios monopólicos u
oligopólicos. Dicha norma contó con la máxima legitimación democrática.
Ella fue analizada y discutida en todo el país con la participación de
Universidades y entidades de diverso tipo. Luego, fue aprobada por la
Cámara de Diputados, la Cámara de Senadores y el Poder Ejecutivo la
promulgó. Después, el grupo Clarín hizo un juicio de
inconstitucionalidad y la Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró
constitucional a la ley. Proceso en este último que tuve la posibilidad
de participar como “amicus curiae” en la audiencia llevada a cabo en el
máximo tribunal del país en la defensa de la constitucionalidad de la
norma.
Más, al llegar al gobierno del presidente Mauricio Macri, en
diciembre del año 2015, dictó el Decreto de Necesidad y Urgencia 267/15,
a los pocos días de su asunción, por el que prácticamente se sacaron
los topes importantes a la tenencia de medios y en materia de cables no
se puso límite a la cantidad de propiedad de los mismos. En ese proceso
de entrega a grupos concentrados de la comunicación, el gobierno terminó
de permitir, por ejemplo, en el año 2016, la conformación de una mega
empresa de medios, autorizando la fusión y operación de la empresa
telefónica Telecom asociada a Cablevisión Holding S.A. Este último grupo
empresarial, es una desmembración del grupo Clarín, que a estos fines
se dividió en dos. Empresas ellas que, también poseen una concentración
de medios de difusión de diversos tipos y de sus insumos básicos como el
papel para la prensa, la publicidad y otros, y a las que se le suma
ahora el manejo de la telefonía, (la conectividad), Internet y de los
mensajes de texto, whatsapp y/o twitter, etc. Todo ello, en manos de un
solo grupo empresario que, como tal, no sería autorizado en países como
México, Brasil, Francia, Alemania o Estados Unidos. A su vez, conforme a
la fusión autorizada la nueva empresa podrá ofrecer lo que se conoce
como “cuádruple play” (4G), que es una combinación de telecomunicaciones
fijas y móviles, distribución de video e internet. Dicho grupo
empresario, prácticamente, pasó a tener el control de las industrias
del entretenimiento, el manejo central de las comunicaciones telefónicas
y en definitiva, de la construcción de la opinión pública, siendo
voceros centrales del discurso hegemónico del gobierno. Además, la
fusión autorizada consolidó una lógica unitaria en materia de
información como nunca había sucedido en el país de estructura federal. A
su vez, el periodismo pensante del interior del extenso país no tuvo,
ni tiene espacio, y en ello hay que tener presente que Argentina tiene
una estructura federal.
El contexto antes referido permitió generar
el ambiente propicio para autorizar negociar con “fondo buitres” en
condiciones insultantes para el país y luego de ello, constituir una
deuda externa, como no había sucedido nunca en Argentina. Así, sólo en
el gobierno de Macri se emitió deuda por casi u$s 188.000 millones de
dólares y en la que nos encontramos sumidos en este momento, incluso con
créditos tomados a 100 años y con intereses leoninos.
Además, la
fuga de capitalesalcanza los u$s 94.274 millones de dólares en la actual
gestión del gobierno macrista y los seguros contra un default argentino
subieron casi un 250% en los últimos doce meses, alcanzando un máximo
de 914 puntos, todo esto según el informe del Observatorio de Deuda
Externa (ODE) .
Los dueños de la información
La conjunción de
intereses que se adueñaron, directa o indirectamente, de la política
informativa de muchos medios importantes de Argentina estaban claros y
actuaron conforme a la estrategia necesaria para cada momento, como se
ha dicho.
El mensaje uniforme estaba y está asegurado en Argentina,
no solo con lógicas monopólicas y oligopólicas horizontales, sino
también verticales. Se abarcó todo el territorio Argentino en su
influencia y se manejaba toda la cadena de producción, distribución y
emisión de la información.
Si bien cabe dejar a salvo a periodismo
valioso y medios que trataron y tratan de ser fieles a la noticia debida
en la temática, lo cierto es que, como se ve, y como muestra basta un
botón, todo se tocaba y toca con intereses condicionantes de los medios.
Los bancos como el Goldman Sachs, Citibank y J.P. Morgan-Chace,
prestamistas; gestores de créditos externos; vendedores de influencia;
comisionistas; inventores y fijadores del llamado “riesgo país”;
cómplices necesarios de operaciones fraudulentas y usurarias en contra
de países, pueblos y personas; desinformadores confesos y reincidentes,
multados por las autoridades norteamericanas y europeas por mentir en lo
que informaban o no informar debidamente, como se referirá más
adelante. Esos bancos, además, de diversas maneras han manejado y
manejan, directa e indirectamente, la información “en” y “de” Argentina.
Ellos de alguna manera, nos dicen que somos y lo que debemos hacer en
materia de inversión financiera y en el manejo económico del país.
En
el caso del gobierno de Mauricio Macri, ahora también, desde mayo 2018,
con la particular incidencia del Fondo Monetario Internacional (FMI),
que es quién determina como se manejan los dineros argentinos destinados
a la deuda y dispone respecto del uso de los dineros prestados al país.
Dicha entidad le ha llegado a prestar a la Argentina la suma de u$s
57.100 millones de dólares.
Manipulación semántica, palabras y frases inductoras y tramposas
En
el objetivo buscado, cabe detenerse más específicamente, en el uso del
lenguaje cotidiano los medios de difusión, que también de esa manera se
pudo manipular la visión sobre el tema de deuda externa. En ello se
usaron palabras o frases inductoras y tramposas, que favorecían una
mirada edulcorada, con sometimiento sicológico y cultural que producían
una verdadera colonización semántica. Y en otras ocasiones, como se ha
referido, se usó un lenguaje complejo y de difícil comprensión para las
personas en general, dejándose la sensación que sólo algunos elegidos
eran los que podían evaluar y tratar la temática, con capacidad
reconocida.
Asimismo, en el manejo mediático sobre el tema de la
deuda externa argentina se ha llevado y lleva a cabo un trabajo sutil
sobre la conciencia social.
Las palabras que referían al tema de la
deuda externa, en muchos casos, fueron presentadas endulzadas y con un
bien trabajado sentido semántico, para desactivar las defensas e inducir
actitudes favorables a lo querido. Se buscó y busca condicionar y
permitir colonizar mentalmente, con el uso de un lenguaje tramposo y
escenográfico.
Los gestores de opinión pública enseñaron y enseñan,
didácticamente, por todos los medios, que siempre se deben “honrar las
deudas externas”, sin cuestionar, si son legítimas, indignas, odiosas o
irritas . La inducción a “honrar” era elegida a propósito, ya que
implica conceptualizar que las deudas, en si mismas merecen ser
“enaltecidas o se debe valorar su mérito”. Conceptos estos últimos de la
definición del verbo “honrar”, de acuerdo al Diccionario de la Real
Academia Española. O sea, se pretende que las deudas sean alabadas y
consideradas como de gran mérito. Actitudes estas que se dispensan sólo a
Dioses que se honran o sea a algo superior a uno. A su vez, cabe
señalar que a los Dioses no se les habla en condiciones de igualdad,
siempre se presupone un respeto reverencial a lo que se tiene como
honrable. En definitiva, se nos obliga a mirar para arriba, ya que no se
nos supone al mismo nivel. De esa manera, se nos prepara para no exigir
derechos y responsabilidades a los supuestos acreedores, porque a los
Dioses no se les reclama nada y menos derechos. A ellos sólo se los
alaba y enaltece y se les rinde cuenta de los deberes que se hicieron y
se les implora perdones, por lo que el ser superior puede entender como
no cumplido. Esta actitud de sumisión se trabajó como básica para
condicionar la discusión sobre las deudas externas de Argentina. Con el
agravante, que ello permitió que, cada vez que se negociaban las deudas,
se resignaran más derechos y se aumentaban los deberes. Esto último,
haciéndonos creer que se nos concedían beneficios que debíamos
agradecer.
Nunca se habla de los “prestamistas externos”, se los
denomina los “acreedores externos”, lo que implica asumirnos, en todo
momento, como “deudores”, ante cualquier reclamo de ellos, con
independencia de analizar si realmente se debe lo que se nos reclama.
Esto último es fundamental dirimirlo, ya que, en muchos casos, se
pretenden pagos de supuestas deudas de origen ilegítimo, usurario y
producto de diversas situaciones en las que, incluso, los llamados
acreedores serían realmente deudores, porque lo que se busca cobrar, ya
se ha pagado más de una vez o no corresponde abonarse por ilegítimo o
indebido.
Por su parte, siempre los supuestos acreedores son
anónimos, y en muchos casos sin estructura institucional. No aparecen
nombres de quienes nos reclaman y se habla de países acreedores de
manera genérica, sin distinguir si son préstamos directos de Estado a
Estado o por Bancos o Entidades Financieras. A su vez, estos últimos, no
necesariamente son de un país en concreto. En el mejor de los casos se
los denomina con genéricos. Es el caso del llamado “Club de París”. En
realidad, no es un club, ni un organismo, ni una persona jurídica
propiamente dicha, ya que es un ámbito informal de acreedores, que se
arroga la función de coordinar formas de pago y renegociación de deudas
externas de los países deudores con las instituciones de préstamo.
Paradójicamente, fue creado en el año 1956, cuando Argentina efectuó un
encuentro con sus acreedores públicos, para refinanciar su deuda externa
ante otros gobiernos.
Además, cuando se discute el presupuesto
nacional y se hacen las previsiones de pago de deudas externas se
denomina a dichos montos, como pagos de los “servicios de la deuda”.
“¡Servicios!”, los que son duras cantidades a pagar en concepto de
capital e intereses, se los conceptúa “servicio” y no como simples pagos
de deudas, como se llama a los pagos que se hacen a cualquier otro
acreedor del Estado. Resulta inaceptable el concepto usado, repárese que
algunos de los significados que tiene la palabra “servicio”, según el
Diccionario de la Real Academia Española es la “Acción y efecto de
servir”; o “Favor que se hace a alguien” o el “Conjunto de criados o
sirvientes” o “Prestación humana que satisface alguna necesidad social y
que no consiste en la producción de bienes materiales”. Cuesta pensar
que debamos “servir a una deuda pesada e injusta” y menos entender que
ello es producto de un “favor” que se nos hace. Peor que ello, aunque
con dosis de realidad, se nos transforme en “criados o sirvientes de
ella” o que se pueda entender que simbólicamente implique la
“satisfacción de una necesidad social que no produce bienes materiales”.
Esto último, si bien el pago de la deuda, no consiste en la producción
de bienes materiales, se lleva el ahorro y el esfuerzo de las personas,
pueblos y naciones, muchas veces, desde lógicas usurarias e ilegítimas,
en especial por sus intereses. La deuda no nos hace ningún “servicio”.
Algunos, con un pudor realista cambian el “de” por “a la” y se habla de
“servicio a la deuda”. Aún así, es inaceptable que pueblos y naciones
tengan que aceptar, incluso desde la palabra, que se debe “servir”, al
capital e intereses de la deuda. Son las nuevas esclavitudes semánticas
asumidas sin reflexión. Nunca se debe “servir” a la deuda, solo se debe
pagar lo que corresponda, preservando la dignidad humana, lo que se debe
y repudiar lo ilegítimo, indigno o irrito, pero de ninguna manera en
actitud servil. Desde este condicionamiento idiomático también se nos ha
preparado y prepara, especialmente desde los medios de difusión, para
la sumisión irreflexiva en el tema.
También se enseñó que el país se
volvía riesgoso si no cumplía, sin condicionamientos, lo que se le
exigía que se abonara por los bancos prestamistas. Hubo momentos en los
que se nos degradó como sociedad y la temperatura de nuestra autoestima
dependía sólo del índice llamado “riesgo país”, que brindaban
diariamente los medios de difusión de manera destacada, por la
influencia de los bancos. Era un fantasma que las personas sólo podían
temer, aunque no se les permitía saber las razones en virtud de las
cuales los que nos endeudaron nos responsabilizaban y pretendían que nos
volviéramos “creíbles” ante el mundo sólo pagando, sin discutir lo que
se nos decía que debíamos. Como se ha dicho, se transmitía la sensación
de que, para reingresar al mundo civilizado, no correspondía preguntar y
se tenía y tiene que pagar, para no ser unos castigados y poder bajar
la temperatura del “riesgo país”. Más no se explicaba que el concepto de
“riesgo país” , en principio, lo calcula un banco estadounidense JP
Morgan-Chase. Aunque también el Banco Goldman Sachs usa un modelo para
la estimación del que llama “riesgo soberano”. Bancos estos que fueron
multados por brindar información indebida a sus clientes o por
actividades ilegales. Y los medios de difusión vinculados a ellos, no
han hecho conocer, adecuadamente, dichas circunstancias. Esto hubiera
llevado a determinar un alto “riesgo” a la información brindada por
dichas entidades bancarias.
En este aspecto, se puede referir que el
Goldman Sachs, era un banco que de su seno salían muchos de los hombres
que decidían los aspectos centrales de la política económica y
financiera de los Estados Unidos. Tal fue el caso de Henry Paul-son,
que era socio y secretario general de Goldman Sachs y pasó a ser
Secretario del Tesoro, en la administración del presidente George W.
Bush, el 30 de mayo de 2006.
Más, no puede dejar de mencionar que, ya
a fines del año 2002, Eliot Spitzer, fiscal general del estado de Nueva
York, dirigió la investigación de las autori-dades estatales y
federales en contra de defraudaciones efectuadas por diversas entidades
bancarias que engañaron a los inversores con informes de investigación
ten-denciosos. Se logró así que fueran multados, el Banco Goldman Sachs
Group Inc. con 110 millones de dólares, el Banco J.P. Morgan con 80
millones de dólares y el Citigroup con 400 millones de dólares.
Mientras
tanto, el 16 de abril de 2010, la Comisión del Mercado de Valores de
Estados Unidos (U.S. Securities and Exchange Commission- SEC) acusó a
Goldman Sachs de fraude. Se sostuvo que tenía responsabilidad de haber
creado y vendido productos vinculados al negocio de hipotecas, que
causaron pérdidas por más de mil millones de dólares a inversores
tentados por ganancias especulativas, en base a “información
distorsionada”. Fueron esos derivados los que, precisamente, dispararon
el problema de la llamada "burbuja inmobiliaria", que llevó a una crisis
financiera global. Los intereses del grupo movieron influencias
tremendas para no quedar incriminado, no obstante ello, en julio del año
2010, el banco Goldman Sachs debió pagar quinientos cincuenta millones
de dólares (U$S 550.000.000) de multa, para poner fin a la demanda en su
contra, presentada por la SEC. Se trató de la mayor multa cobrada a una
entidad financiera por parte de la SEC en su historia. A su vez,
Goldman Sachs tuvo que reconocer en el acuerdo al que se arribó,
formalmente, que dio “información incompleta” a sus clientes .
En
consecuencia, ¿Qué tipo de confiabilidad se podía o puede tener en la
información que dicho banco brindaba y brinda, en los medios que le
pertenecían y pertenecen, en distintas proporciones, respecto de las
operaciones en las que tenía o tiene intereses en Argentina?
Mientras
tanto y como una dádiva, los acreedores, exclusivamente, nos
autorizaban a pedir un refinanciamiento, sin cuestionar la legitimidad
de las acreencias, ni importar si ello llevaba a graves violaciones de
derechos humanos que afectan la dignidad de nuestro pueblo y ello
implica graves anatocismos por los que se capitalizan intereses
usurarios y la convalidación de graves ratioferusismos.
A lo
sostenido hay que sumar que, con motivo del triunfo de la oposición a
Mauricio Macri, por parte de Alberto Fernández en las elecciones
Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias (PASO), llevadas a cabo en
Argentina el 11 de agosto de esta año 2019, lo primero que salió a
decir el gobierno fue que el aumento desmesurado del dólar, era “la
culpa del pueblo que vota mal”. O sea, se explicó que lo sucedido no fue
responsabilidad del gobierno en su desmanejo económico, sino por la
expresión democrática del pueblo. Lo que opera también, como una
extorsión de los grupos financieros y de mercados, por sobre la voluntad
popular expresada. Todo ello inaceptable en una República Democrática.
Asimismo,
cabe también detenerse en la palabra “mercado” que, como bien dice
Héctor Giulliano, “El Mercado – esa entelequia que enmascara el accionar
de pocos grandes operadores financiero-cambiarios (fundamentalmente
Bancos, Compañías de Seguros y Fondos de Inversión) – no es una entidad
abstracta ni se mueve siguiendo reglas teóricas de Oferta y Demanda sino
que, por el contrario, es el conjunto de pesados actores que determinan
e inducen los movimientos de la plaza a modo de profecía auto-cumplida”
.
Desinformación estructural
La información, que es central para
el análisis del tema, se ha retaceado en aspectos esenciales.
Comunicadores de larga trayectoria y los gobiernos de turno no informan
con claridad las condiciones y objetivos que motivaron contraer la
deu-da, ya que, en muchos casos, como bien refiere Miguel A. Espeche
Gil, fueron con-traídas con fraude y falsedad instrumental de los
contratos .
A su vez, no se ha transparentado el destino dado a los
créditos recibidos, ni las razones, injustificables, por las que se
convalidó el aumento unilateral de los intereses de la deuda externa,
con lógica usuraria, (por ejemplo, en 1980, en pocos meses, los
acreedores elevaron, por su sola decisión, el interés de la deuda del 6%
anual, a más del 20% por año).
Tampoco se informa, adecuadamente,
el monto de lo pagado en honorarios y comisiones por las renegociaciones
de la deuda; los motivos por los que se aceptó la prórroga de
jurisdicción ante tribunales extranjeros y se permitió capitalizar
intereses en anatosismos inaceptables; o las razones por las que no se
ejecutaron los seguros por riesgo de default, en favor de Argentina,
cuando se dieron las condicio-nes para ello, con motivo del default de
2001 y tantas otras dudas existentes.
También, en este momento,
siguiendo a Héctor Giulliano, el gobierno de Macri, “debiera dar a
conocer: a) quiénes son los grandes grupos que estuvieron y siguen
comprando dólares que provocan la caída de las reservas internacionales
del Banco Central (BCRA), b) quiénes son los principales Bancos
tenedores de Leliq y Pases Pasivos, y c) quiénes son los principales
suscriptores de Contratos de Dólar a Futuro y por qué valores” .
La usura edulcorada
La
usura consiste en el cobro excesivo de intereses en un préstamo de
dinero, la capitalización del mismo (anatocismo -intereses sobre
intereses-) y el ratioferusismo . Esta modalidad enriquece al
prestamista excesivamente y trae un claro y profundo e injusto
empobrecimiento para quien debe pagar los montos abusivos resultantes.
La
Convención Americana sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa
Rica-, con jerarquía constitucional en Argentina (art. 75 inc. 22
C.N.), dispone que: “Tanto la usura como cualquier otra forma de
explotación del hombre por el hombre, deben ser prohibidas por la ley”,
(artículo 21, inc. 3).
A su vez, uno de los males más profundos que
ha dejado en nuestro país la llamada “patria financiera” ha sido una
cultura en la que la especulación dineraria desmedida fue aceptada con
permisividad moral, por sobre la protección del capital proveniente del
trabajo o de la producción. Hoy la llamada bicicleta “financiera”
funciona con más firmeza que en los años 90´ y con mejores beneficios
para los abusa-dores. Además, se ha destrozado la brújula moral en ese
aspecto. En este momento los bancos aplican a las tarjetas de crédito un
interés de hasta el 260% anual.
La llamada “bicicleta financiera”,
se trataba y trata, básicamente, en aprovechar el diferencial que
existía entre las tasas de interés locales e internacionales, factor
generado por el retraso de la paridad cambiaria. Atento a ello, el
negocio se basa en solicitar créditos al exterior, cambiar las divisas
ingresadas al tipo de cambio vigente (sobrevaluado), colocar ese dinero
en el mercado financiero local (plazos fijos a altas tasas de interés,
Letras de Liquidez a siete días de plazo (Leliq), a una tasa promedio de
corte emitidas por el Banco Central de la República Argentina, que ha
alcanzado a fijarse en 85 %, por siete días y luego,se reconvertían
esos pesos nuevamente en divisas, con un dólar garantizado de diversas
forma, lo cual arrojaba cuantiosas ganancias. A lo que se agrega, la
garnatía extra de la llamada venta de “dólar a futuro”, de modo que, si
se produjera cualquier devaluación del peso los acreedores quedan a
cubierto de tales variaciones. Aunque estas operaciones se hacen en
secreto sin que se pueda saber quienes son los que realizan dichas
opera-ciones y como se benefician.
Héctor Giuliano reiere al
respecto, que“no sabemos con quiénes nos está endeudando la
administración Macrista: no se conoce quiénes son los Bancos tene-dores
de las Leliq y Pases Pasivos ni mucho menos el monto de los títulos que
están en poder de cada uno de ellos, no se conoce la identificación y
monto de los capitales financieros internacionales ingresados y
operantes en el país a través del negocio de carry trade o bicicleta
financiera – que se realiza a través de la intermediación bancaria – ni
se conoce la correlación que existe entre dichos fondos especulativos y
las entidades financieras respectivas. Ni se conoce tampoco con quienes
el BCRA suscribe sus contratos de Dólar a Futuro, que refuerzan el
compromiso de garantía a los acreedores financieros del Banco.
Estrictamente hablando, este problema no es nuevo: la regla tradicional
del Poder Financiero es que todo lo verdaderamente im-portante en esta
materia permanezca en secreto. Y la Deuda es lo más secreto, en la
Argentina y en el Mundo, precisamente porque es lo más importante” .
Asimismo,
el Estado ha generado y propicia irresponsablemente, situaciones
ideales para la proliferación de la actividad usuraria. Con una
inflación desmedi-da, en un contexto de recesión y desempleo, el
ambiente resulta adecuado para empujar a las personas y a las empresas,
en manos de los usureros para conseguir, desesperadamente, el dinero que
necesitan.
Luego, con el discurso que pagando sin discutir se dijo
que nos integrábamos al mundo, la Ley de pago a los fondos buitres fue
rendición incondicional de Argentina y no se hizo conocer el acuerdo,
como se ha dicho.
En este momento, luego del gran edeudamiento que
el gobierno de Macri produjo, nos encontramos que se está pagando
Intereses por pesos $ 7.500.000.000 millones por día (Tesorería $
2.000.000.000 millones Bco. Central de la Rep. Arg. -BCRA-$
5.500.000.000) o sea, pesos $ 312.500.000 por hora (U$S 5.296.610,17
dólares, calculando el dólar a $ 59 pesos aunque ya supera los $ 60
pesos).
A su vez, la economía a quedado al borde del abismo del
default, aunque muchos economistas ya dicen que técnicamente ya estamos
en default. Y todo lo sucedido en el país, con una gran complicidad de
una prensa hegemónica que ha desinformado a la sociedad sobre los
efectos de una duplicación de la deuda externa argentina. Incluso, se
han contraido deuda a 100 años.
A su vez, como se ha dicho, se cayó
en manos del Fondo Monetario Internacional (FMI), con fuerte respaldo de
U.S.A., que ha buscado de muchas formas salvar a un gobierno que se ha
subordinado a defender cada uno de sus intereses geopolíticos en la
región.
Una vez más, tampoco se han cumplido, como en otras
ocasiones, todos ls requisitos legales y administrativos propios del
endeudamiento al que se sometió al país. Incluso no se respetó el propio
estatuto del F.M.I.
Deuda perpétua
Más a lo referido hay que
sumar la usura consentida y propiciada, especialmente, por el Gobierno
Nacional actual y algunos gobiernos provinciales y municipales, que ha
potenciado el endeudamiento externo perpetuo, con el aval del FMI. Se
han dedicado a tomar créditos en dólares, haciendo crecer grandemente la
deuda ininterrumpidamente, sin que la recaudación tributaria alcance
para cubrir los gastos. Al no tener capacidad de devolución a través de
la generación de recursos genuinos, los funcionarios solo se ocupan de
ir refinanciando deuda, particularmente en dólares. Deuda e intereses
luego se atienden con nueva deuda, en un proceso de refi-nanciamiento
permanente, con intereses exhorbinates, lo que se transforma en una
deuda a perpetuidad. En realidad, ante la necesidad inexorable de contar
nuevamente con dinero por parte de la Argentina, los acreedores
usureros nos someten a condiciones cada vez más desproporcionadas. Aún
más, con un índice de riesgo país que ha superado los dos mil puntos.
Situación
esta última que se agrava en este momento, si se tiene en cuenta que en
la presente crisis financiera se muestra un Estado en el que el
gobierno nacional, gran parte de los funcionarios que deben equilibrar
los desequilibrios, tienen su dinero en el exterior y han sido muy
beneficiados con el alza desmedida del dólar. Y a su vez, algunos de
ellos han sido y son representantes de la usura más despiadada. Fondos
estos que compraron a precio vil los bonos de la deuda y esquilmaron a
la Argentina.
Asimismo, a los delitos que implicaban responsabilidad
penal de los manejos financieros indebidos se hicieron desaparecer de la
conciencia colectiva, como algo criminoso. Así el delito de “usura”
desarrolló una verdadera tolerancia social y el Fondo Monetario
Internacional condicionó cualquier acuerdo con la Argentina, luego de la
crisis del año 2001, a la derogación de la Ley 20.840 de Subversión
Económica. La que se derogó por la ley 25.602 del año 2002, sin mayor
oposición. De esa manera se consagró la impunidad de financistas y
banqueros procesados o condenados, en causas penales por graves
desfalcos económicos que generaron quebrantos y vaciamientos de
instituciones bancarias o financieras y ayudaron a acrecentar la deuda
externa ficticia.
Tampoco se ha trabajado y difundido lo que bien
han venido sosteniendo por las iglesias. Hay que reparar que la mayoría
de las religiones se han opuesto al cobro de intereses usurarios.
Así,
bien se ha dicho por la Pontificia Comisión “Iustitia et Pax”, de la
Igle-sia Católica, en su su documento denomiando “Al servicio de la
Comunidad Humana: una consideración ética de la deuda internacional”, de
fecha 27 de diciembre de 1986, en el que se expresó que el pago de la
deuda externa “no puede ser satisfecho al precio de una asfixia de la
economía de un país. Ningún gobierno puede exigir mo-ralmente de su
pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad de las
personas…, la Iglesia incita de nuevo a todas las partes en causa a que
examinen las implicaciones éticas de la cuestión de la deuda exterior de
los países en desarrollo con el fin de llegar a soluciones justas y
respetuosas de la dignidad de quienes padecen más duramente sus
consecuencias” . Lo planteado es fundamental, por lo que ahora los
acreedores externos manejan el criterio que se tratan de deuda entre
particulares y por tanto no se trata de un gobierno propiamente dicho
que presione. Así se manejaron los planteos efectuados por los “Fondos
Buitres”, ante el juez Griesa de New York en contra de Argentina.
De
igual manera tuvo particular preocupación por la poblemática, la
Fede-ración Luterana Mundial (FLM) , que con otras iglesias como la
Calvinista, han realizado una invalorable tarea para obligar a
reflexionar sobre la problemáticas de las deudas externas. Aún más,
agregaron, que “Las iglesias conocen el significado que la Deuda Externa
tiene para las personas en las bancas de los templos, en la sociedad
entera y particularmente en los sectores de la sociedad (por ejemplo: la
ausencia de servicios sociales debido a la priorización del pago de la
deuda)” .
Acostumbramiento a discutir discutir cosas superficiales
A
lo sostenido, cabe agregar que los medios de difusión, principalmente
en manos bancarias financieras o influenciados directa o indirectamente
por dichas entidades, se encargaron de acostumbrar a la sociedad a
discutir cosas superficiales e intrascendentes, porque el mercado
neoliberal busca despolitizar la realidad y de esa forma se disuadía y
disuade a la verdadera participación ciudadana y se desactivaba el
juicio crítico esencial, sobre cuestiones básicas del Estado.
Todo
lo cual también llevó a un empobrecimiento cívico y por ende, a una
degradación de la calidad de la democracia que se forjaba y forja. Esto
en un contexto de una lógica de mercado impuesta como único mecanismo a
respetar, por sobre interés general o el bien común. Ignacio Ramonet,
exdirector del diario “Le Monde Diplomatique”, ha sostenido que, “en una
atmósfera de feroz competencia, ¿Cómo podemos estar seguros de que la
información aportada por un medio no estará orientada a defender directa
o indirectamente los intereses de su grupo, antes que los del
ciudadano?” .
Los medios de difusión, en especial radio y televisión
han desarrollado, en general, una política de aturdimiento a la
ciudadanía buscando “vender”, mas que “convencer”; “aturdir” más que
“reflexionar”; imponer frases mas que discutir “ideas”; “jugar con
imágenes” más que apelar al “juicio crítico”. Todo lo cual llevó a un
empobrecimiento cívico y, por ende, a una degradación de la calidad de
la Democra-cia. En la gran escenografía mediática motada se convenció y
se logró llevar adelante cambios negativos profundos en el país, sin el
análisis debido y sin adoptar los re-caudos necesarios. Así se convenció
y se logró llevar adelante nuevos endeudamientos externos y la
convalidación de las deudas anteriores.
Informar y formar, un compromiso de todos
Lo
referido no es un repaso exhaustivo de todo lo que fue contribuyendo a
tapar y hacer invisible al pueblo argentino la problemática de la deuda
externa ilegítima o irritante, pero ayuda a que se vea parte del
mecanismo por el cual se la ha sacado de la agenda de la discusión
social y política.
Urgente debemos abocarnos al problema y hacer los
cambios necesarios, para lograr informar y formar sobre el tema y
generar la actitud que ayude a encarar los caminos jurídicos adecuados.
Hay que evitar que, una vez más, se termine pagando lo ilegítimo, de
espalda a la sociedad, a costa de los más débiles y con impunidad de los
responsables.
Hay que hacer, en consecuencia, una gran convocatoria a
toda la sociedad civil, para que, junto al Estado -sin corrupción-, se
recompongan los canales que permitan que éste pueda afirmarse y
fortalecerse, desde la ética democrática. Será la manera legítima y
eficaz de no quedar a merced de humores cambiantes de grupos o mercados.
De lo contrario, estaremos encerrados ante dictaduras virtuales, sin
nombres, ni rostros, pero tan crueles e inhumanas, como cualquier
dictadura.
Desde una sociedad adulta y participativa, en un Estado
democrático potenciado por la misma, hace a la moral del momento, entre
otros aspectos, replantear jurídicamente el análisis de la deuda externa
ilegítima, odiosa e irrita.
Corresponde asumir esa responsabilidad
histórica sobre la base de la transparencia y la rendición de cuentas.
También consolidando nuevos medios de comunicación, masivos
alternativos, redes sociales por Internet para una sociedad plural e
informada, sin condicionamientos de bancas internacionales interesadas y
con una vocación de verdad y justicia, en aras de la dignidad de las
personas y de los pueblos.
Dr. Miguel Julio Rodríguez Villafañe
Abogado Constitucionalista
especialista en Der. a la Información y
Periodista de opinión