A 100 años de su nacimiento. Evita Inmortal
Evita le puso corazón al peronismo y con eso le hizo un aporte decisivo a la racionalidad estratégica que le había impreso Perón: le incorporó la dimensión del deseo. Eso explica de alguna manera el amor incondicional que produjo y también la invariabilidad del odio.
Siempre actuó impulsada por sus sentimientos. Hubo uno fundamental que dominó totalmente su espíritu y su vida. “Mi sentimiento de indignación por la injusticia social es la fuerza que me ha llevado de la mano, desde mis primeros recuerdos hasta aquí”, escribió.
Ese sentimiento de dolor en el alma por el padecimiento injusto del
Otro, esa empatía, son los cimientos de su acción política y una
inspiración para el presente, por eso sigue siendo joven a sus cien
años.
Su obra cobra mayor relevancia si consideramos que la hizo en
apenas siete años, desde sus veintiséis hasta sus treinta y tres.
Pensó
que “no hay fuerza capaz de doblegar a un pueblo que tiene conciencia
de sus derechos” y así comprendió al derecho como respuesta democrática a
una necesidad. Eso es republicanismo popular, algo bien distinto a las
oligarquías disfrazadas.
Evita sabía que realizar la justicia social
requería consolidar la independencia económica. “Cuando Perón tomó la
bandera de la justicia social, los argentinos sumergidos eran
infinitamente más que los pocos privilegiados que emergían. Pocos ricos y
muchos pobres”.
A esa realización dedicó su vida. Lo hizo con
pasión, con lealtad y como una mujer libre. No se si puede decirse un
elogio mayor de una persona que libre.
El deseo de justicia social
era el fin y los medios para democratizar el derecho a la felicidad. Un
derecho que debía garantizarse como real y concreto en las mujeres y
especialmente en las niñas y niños. Por eso politizó a las mujeres y
feminizó la política.
Escuché que alguien dijo alguna vez con razón:
cuando no sepas dónde pararte mirá dónde se paran las Madres. Cuando
dudo qué hacer, políticamente hablando, me imagino dónde se pararía
Evita. Ella es la orientación y el amor que necesitamos para esta lucha,
estoy segura.
En la Argentina de hoy hay una forma inédita de
dominación que concentra poder económico, político, comunicacional y
jurídico diciéndonos que el neoliberalismo es el único camino. Pero la
mayoría no se engaña. Tenemos otro camino, el que Evita nos legó. Es un
camino nacional, popular, democrático y feminista. Caminemos por ahí.
* Diputada Nacional. Presidenta del Museo Evita.