El precio de los alimentos en una economía orientada a la producción
El precio de los alimentos en una economía orientada a la producción
por Lic. Guillermo Moreno* por Dr. Claudio Comari* por Lic. Norberto Itzcovich*
No es esta la primera vez que señalamos la urgencia de profundizar la reflexión sobre los requisitos y fundamentos que permitan edificar un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS) en nuestro país, ante el indisimulable agotamiento del experimento económico en curso.
Es cierto que la etapa nos impone desafíos urgentes (para mitigar los
daños producidos por el esquema vigente), pero también hoy se hacen
presentes los que son mediatos, aquellos que, una vez atravesada la
forzosa fase de la reconstrucción, nos orienten a plantar los cimientos
de la necesaria Argentina de la producción y el pleno empleo.
En un
contexto mundial en el que se debilita el libre comercio y sus
instituciones garantes, como la Organización Mundial del Comercio (
OMC), se abren oportunidades para que las naciones pongan en valor sus
vectores de competitividad.
En nuestra Patria, ello se traduce en la
necesidad de maximizar el beneficio colectivo de la utilización de las
rentas extraordinarias originadas en:
la producción de algunos alimentos y
la exploración-explotación de los combustibles fósiles.
Parece
entonces apropiado dirigir la atención al primero de estos tópicos
(luego de haber tratado diversas facetas del segundo recientemente1),
profundizando sobre las tensiones de la interacción entre el mercado
doméstico y el internacional en una de las producciones emblemáticas: la
carne vacuna.
El marco de la reflexión
Aun corriendo el riesgo de
ser reiterativos, consideramos pertinente repasar algunos conceptos que
introdujimos, en este espacio comunicacional, el 29 de enero del año
pasado, en el artículo "¿Cómo seguimos?".
Allí asumimos como
postulado básico que "para implementar un MoDEPyS, es imprescindible que
las dirigencias gremiales, tanto de empresarios como de trabajadores,
lo hagan propio" y, para que ello ocurra, "deben cumplirse, entre otras
condiciones, que:
las empresas obtengan adecuada rentabilidad,
el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y
los sistemas de previsión y seguridad social sean suficientemente vigorosos,
asegurando así adecuados niveles de bienestar para el conjunto de la población".
Definíamos
también a los vectores de competitividad del aparato productivo
nacional, como aquellos capaces de reducir los costos primos (en forma
intensiva y extensiva) de nuestras empresas, garantizando su hegemonía
en el mercado doméstico y potenciando su inserción en los
internacionales, a la vez que señalábamos que "dichos vectores no pueden
ser otros que los asociados a las rentas extraordinarias en la
economía, es decir aquellos beneficios redundantes, que se generan en el
mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir
de ejercer la exclusividad de explotación de algún recurso natural".
Y
más acá, en noviembre pasado ("Reflexiones sobre el modelo de
desarrollo argentino", BAE Negocios, 19/11/18), marcábamos que, como
aliciente de la demanda, "los precios justos y equitativos para los
alimentos, permitirán recomponer el poder adquisitivo de los ingresos
populares, impactando favorablemente en el crecimiento del consumo
privado".
El consumo de las vaquitas: cada vez más ajeno
La
ganadería -como explotación comercial- tiene tal envergadura en nuestro
país, que algunos académicos afirman que su historia es la de la
Argentina.
En el día a día, algo de esto se verifica dado que,
después del alza del precio del dólar y de los combustibles, el de la
carne es el que más impacto tiene en la vida social y familiar, lo que
se expresa en el viejo adagio de "aumenta la carne y aumenta todo",
aunque ese "todo" es el costo de los alimentos.
En lo que va del año,
el precio del ganado en pie ("kilo vivo") se ha disparado en el entorno
del 50%, llegando incluso a superar ese porcentaje en algunas de las
categorías. Bajo estas circunstancias, es importante descifrar el porqué
de este acontecimiento.
En general el mercado interno tiene las
siguientes características: los sectores de alto y medio poder
adquisitivo consumen el animal liviano (ternera, y vaquillona y novillo
livianos) mientras que, restaurantes orientados al turismo y otros
demandantes sofisticados, adquieren el novillo pesado de exportación (el
famoso bife de chorizo de 500g.).
Las categorías populares son la vaquillona y el novillo pesados, pero la principal es la vaca buena.
En
el contexto armado por Cambiemos, esta última, más económica, comenzó a
ser masivamente exportada, especialmente desde la incorporación de
China como comprador relevante, tal como se refleja en el gráfico, que
muestra la casi triplicación de las cantidades vendidas y el simultáneo
descenso de los precios promedio.
Al margen de la imposición que hizo
el FMI en la última renegociación, en la que exigió la reinstalación de
las retenciones, el marco ideológico de este gobierno contempla que el
precio doméstico se expresa en el concepto de "paridad de exportación",
esto significa que, al eslabón de la cadena que ejecuta dicha
comercialización, le resulta indistinto que su comprador sea cliente
doméstico o extranjero2.
Bajo dicha paridad (con el fuerte incentivo a
las exportaciones, sin selectividad de mercados ni de cortes), la
inevitable consecuencia fue lo que aconteció: para satisfacer la demanda
externa, resultó necesario contraer la doméstica, vía aumento de los
precios internos.
Según los informes de la Secretaría de
Agroindustria, entre los meses de enero de 2018 y 2019, el consumo
interno per cápita, medido en kilogramos al año, se redujo en más del
11%, desde casi 60 hasta menos de 53.
La política de Cambiemos,
finalmente, quita la carne de las mesas argentinas para llevarla a las
extranjeras, especialmente a las de China, país que compró el 56% de las
exportaciones de este producto el año pasado.
¿Segmentación de la exportación o retenciones?
Si
el MoDEPyS debe ser un modelo basado en la producción y, por ende, la
inversión, los precios justos y equitativos para los alimentos son una
de las claves para su logro.
El aumento del poder adquisitivo de los
ingresos populares (sueldos, salarios, jubilaciones y pensiones), se
logra modificando a la baja la proporción de las erogaciones de la
canasta alimentaria en los presupuestos familiares, permitiendo así
acceder a la población a otros consumos, dinamizándose el mercado
doméstico.
Por una parte, tenemos que considerar que, si bien el
producto genérico es la carne vacuna, su comercialización para el
consumo final se realiza mediante diferentes tipos de cortes.
No es
un desafío especialmente difícil, el de administrar el sector de manera
tal que se pueda garantizar el abastecimiento mediante un acuerdo en la
mesa cárnica, que ya lleva 13 años de funcionamiento desde su
lanzamiento en 2006. En él se podría pactar la segmentación de
exportaciones, por el tipo de animal y también por cortes, modalidad que
fuera, históricamente, la característica de esta rama de actividad,
destinando a los mercados externos los más "exclusivos" (cortes magros),
mientras que los locales consumíamos los restantes.
Por la otra,
también se contrapone al objetivo de "precios alimentarios justos y
razonables", el marco conceptual de "precios de paridad de exportación"
hoy vigente, que implica desconocer o repudiar el rol de las retenciones
como tasa de imposición que permite diferenciar el doméstico del
internacional (desacople), principal efecto de este tipo de tributo,
mucho más relevante que el recaudatorio.
De modo que la búsqueda de un esquema óptimo a alcanzar puede basarse en que:
lo cobrado por retenciones vuelva al sector mediante fondos específicos, o
la
puesta en marcha de un esquema en el que la producción que es consumida
en el mercado doméstico se desacople de los precios internacionales
sólo en el quantum internamente requerido (cuotas con valores
diferenciales)3.
Bajo estos patrones, también es posible operar en
otras cadenas de alimentos y derivados (lácteos, cereales, oleaginosas,
etc.), desalineando los precios internos de la canasta básica, del valor
de un tipo de cambio competitivo.
Estos ejemplos dejan
meridianamente aclaradas las potencialidades del MoDEPyS, en el que,
simultáneamente a la satisfacción de las necesidades del conjunto de la
población, crezcan la inversión y la producción.
La Argentina de Pleno Empleo y Justicia Social, es tan necesaria como posible.
1
BAE Negocios. “Una Argentina de pleno empleo es posible y necesaria”
(19/2/18). “Reflexiones sobre el modelo de desarrollo argentino”
(19/11/18).
2 Obviamente dicha conducta está calibrada por la
facilidad de cobros, conocimiento del cliente y otras múltiples
referencias que influencian el precio y determinan la realización de una
operación comercial.
3 Existen antecedentes exitosos de este diseño,
como lo fue el fideicomiso relacionado al aceite mezcla de cocina entre
2009 y 2016.
*MM y Asociados