La energía: vector de competitividad para el desarrollo argentino
La energía: vector de competitividad para el desarrollo argentino
por Lic. Guillermo Moreno* por Lic. Norberto Itzcovich* por Dr. Claudio Comari*
En nuestra entrega de la semana pasada1 examinamos la revolución energética estadounidense (en sus orígenes, resultados e implicancias futuras) como el sustrato material del "América first" y, por extensión, del Nuevo Orden Internacional.
Como señalábamos allí, la transnacionalización de la producción de las compañías estadounidenses para ganar competitividad -vía el usufructo de los bajos salarios pagados fuera de sus fronteras-, está siendo revertida como resultado de la disponibilidad a bajo costo de los insumos energéticos.
Ello explica en gran medida: el proceso expansivo que experimenta la
economía norteamericana, con prácticamente pleno empleo y salarios al
alza, y el flujo inversor (que incluye la repatriación de importantes
factorías) que garantiza su perdurabilidad en el tiempo.
Es en este
marco que, cualquier diseño de un modelo de desarrollo económico para la
Argentina que sea permanente y sustentable, necesita de la utilización
de la energía como "vector de competitividad" en la producción de bienes
y servicios.
Los insumos estratégicos y los factores de producción
A
la luz de lo antedicho, y antes de entrar de lleno en el examen de
nuestras condiciones nacionales, es conveniente vincular las
problemáticas de la disponibilidad de insumos energéticos y de la
administración del comercio exterior como catalizador de una correcta
inserción internacional de nuestra economía.
Retomamos para ello los
conceptos vertidos un año atrás ("Administración del comercio exterior:
un imperativo del ahora", BAE Negocios, 5/2/18), cuando decíamos:
"partiendo de la base de que, mayoritariamente, las relaciones entre los
agentes económicos de los diferentes países no son colaborativas sino
competitivas, el análisis2 de la relación entre: el abastecimiento de un
insumo estratégico y, la utilización del resto de los factores de
producción,explica el porqué de la necesidad de las regulaciones sobre
la comercialización de algunos bienes.
La cotización del barril de
petróleo, que pasó de oscilar en la franja de los U$S30 a la de
alrededor de U$S68 entre enero de 2016 y el mismo mes de 2018, en virtud
de las decisiones de control de la producción de los países de la OPEP,
provee un adecuado y certero ejemplo, que además nos alienta a seguir
reflexionando sobre la cuestión de los "vectores de competitividad" de
nuestra economía.
Tenemos entonces un aumento en el precio del insumo
energético, sin que hubiera variaciones en la función de productividad
real (utilización de factores) de los países consumidores.
Si el
criterio de asignación de dicho bien entre países es por la "igualación
de precios", quienes puedan convalidar el nuevo valor (países con
diferencial positivo de productividad) pueden adquirir el recurso (con
transferencia de ingresos inter factores), mientras que quienes no lo
puedan hacer (por su menor productividad) deberán ajustar a la baja sus
compras, afectando el volumen de su producción.
Mirado desde el punto
de vista del interés nacional, es decir del cuidado de los hombres de
negocios y de los trabajadores del país, surge con claridad que, para el
segundo grupo, esta situación afectará tanto la rentabilidad de las
empresas como la masa salarial; si los salarios son inflexibles a la
baja (como tiende a ocurrir) ello repercutirá en desocupación, mientras
que si son flexibles, podrá mantenerse el nivel de ocupación a costa de
una baja en la capacidad de consumo. En ambas situaciones, los efectos
se derraman sobre el conjunto de la actividad económica.
A resultas
del cambio de situación, mejora la posición, en términos relativos e
incluso absolutos, del conjunto de naciones que mantienen su producción
sin afectar la utilización de sus factores, o que la aumentan gracias a
la ventaja obtenida frente a sus competidores.
No es necesario poner
nombres a los países ganadores ni a los perdedores, sino identificar que
sólo obtienen beneficios quienes producen el insumo estratégico3, al
obtener mayor ingreso por igual cantidad vendida, y quienes pueden
absorber el nuevo costo sin deteriorar la utilización de la totalidad de
los factores. Resultan perdidosos quienes, ante el nuevo valor del
insumo, tienen empresas que no pueden afrontar los nuevos costos y su
traslado a precios, y entonces o bien disminuyen la cantidad de bienes
ofrecidos o, si la función de producción no lo permite, desaparecen del
mercado.
Esto nos ayuda a comprender las implicancias de las regulaciones del comercio exterior en el desarrollo de la economía."
Energía nacional
El
abastecimiento de hidrocarburos en nuestro país experimenta una brutal
disociación respecto de sus potencialidades. Concurren allí la
insuficiencia en la producción de petróleo y gas natural con una
política de precios energéticos que no sólo tiende a ampliar la brecha
competitiva con los EE.UU., sino que además agobia a los presupuestos
familiares.
Según el ex ministerio de Energía y Minería, desde el año
2000, la producción de petróleo ha bajado sistemática y dramáticamente,
de 39,2 millones de toneladas equivalentes de petróleo (TEP) hasta 24,8
millones en 2017.
En cuanto a la producción de gas natural, los
últimos datos publicados indican similares niveles de los de principios
de siglo, en promedio 12% inferior a lo alcanzado en el período
2003-2008.
La reciente incorporación de las explotaciones no
tradicionales de hidrocarburos (yacimientos de esquisto) no es
suficiente para revertir la situación.
Es que la actual política
energética, continuidad de la que fuera puesta en marcha en 2012, se
basa en la utilización de subsidios estatales para incentivar el
incremento de la producción.
Dichos estímulos, en el caso del gas
natural, cubren la diferencia entre el precio -teóricamente definido- de
U$S7,5 y el efectivamente observado en el mercado.
Aquel monto
teórico, se estipuló bajo el criterio de que fuera inferior al de
paridad de importación4, según la previsión de que, en un sendero de
tiempo definido, el mercado iría reemplazando con precio pleno el aporte
estatal. Ello obligó al aparato productivo a hacer sus costos a mediano
plazo con precios de ese hidrocarburo al alza, en abierta contradicción
con lo que venía sucediendo en los EE.UU.5.
De manera que la
diagramación de la política energética prescindió de los parámetros de
costos internos de exploración y explotación, y simplemente se alineó
con las referencias de los precios internacionales.
Por ello es que,
durante el año pasado, se garantizó a los productores6, por cada millón
de BTU, ese valor dolarizado, que más que duplicó los montos pagados por
las industrias en los EE.UU.
Allí se originan las altas tarifas
energéticas que hoy asfixian a empresas y familias, pese a la vigencia
de los ingentes subsidios requeridos para alcanzar el "precio sostén"
prometido a los productores. Y, aun así, las compañías locales pagan, en
promedio, un 35% más que sus competidores norteamericanos ya que, según
la autoridad energética, en nuestro país el valor promedio por el gas
natural para las industrias alcanzó los U$S4,11 durante 2018.
Dado
este conjunto de circunstancias, y siendo la energía el insumo más
difundido, este esquema se erige como un obstáculo insuperable para
cualquier intento de mejora sustantiva en la competitividad
internacional de nuestras manufacturas.
Se trata, sin embargo, de un
impedimento removible, atento a las potencialidades que ofrecen los
yacimientos hidrocarburíferos convencionales (continentales y off shore)
y no convencionales de la Argentina.
Si ponemos en marcha una
política energética que vincule los precios de comercialización con sus
costos de exploración y explotación, el ciclo virtuoso que hoy
observamos en los Estados Unidos podría reeditarse en nuestra Patria.
1-“El ‘America first’ y el Nuevo Orden Internacional”, BAE, 28/1/19.
2-Ejercicio que se realiza sobre un modelo económico simplificado.
3-Asociado
al ejemplo, pero en el otro extremo, la revolución energética de los
EE.UU., con la explotación de Shale Gas y Shale Oil, genera las mismas
consecuencias.
4-El precio de adquisición más los costos requeridos para su llegada a los mercados relevantes.
5-Ello
explica por qué el grupo controlante de la empresa venezolana SIDOR (y
de las principales acerías argentinas), utilizó los fondos obtenidos
como indemnización por su estatización, para instalar su nueva planta en
los EE.UU., competitiva de la que ya tiene en nuestro país.
6-Resolución
46-e/2017 del (ex) Ministerio de energía y minería. Estableció los
siguientes precios mínimos (en dólares por millón de BTU) en cada año
calendario: 7,50 para 2018; 7,00 en 2019; 6,50 en 2020 y 6,00 para el
2021. Al cierre de esta nota, el Gobierno Nacional estipulaba que el
límite máximo de los volúmenes subsidiados sería aquellos previstos en
el programa original.
*MM y Asociados