Se consolida el Nuevo Orden Internacional
Se consolida el Nuevo Orden Internacional
por Lic. Guillermo Moreno, por Lic. Norberto Itzcovich, por Dr. Claudio Comari
Los modelos universalistas dominantes en el siglo XX, con sus pretensiones de uniformidad en los planos de la economía, la política y la cultura, han caído en la obsolescencia.
Después de que el bloque socialista fuera sepultado por los escombros del muro de Berlín, la globalización neoliberal se encamina rápidamente hacia su desaparición, y con ella su paradigma expresado en el decálogo de "recomendaciones" del Consenso de Washington (CW), y sus instituciones regulatorias, dando origen a un Nuevo Orden Internacional (NOI).
Ello explica que en los últimos dos años se hayan producido
acontecimientos tales como el proceso entrópico que atraviesa Europa, la
salida de Estados Unidos del tratado del Pacífico y sus imposiciones
que dieron origen al nuevo acuerdo comercial, USMCA, que reemplazó al
NAFTA, así como la intención de vastos sectores de la sociedad argentina
y brasilera, de rever el diseño actual del MERCOSUR1.
En este marco, la nueva era está caracterizada, principalmente por:
la
orientación "America first" que tomó Estados Unidos, bajo la
presidencia de Donald Trump, a partir de la puesta en valor de su
revolución energética,
el resurgimiento de Rusia, con Vladimir Putin, como potencia energética-militar,
la
representatividad que de los pueblos sin voz ejerce el papa Francisco,
para que el nuevo esquema resulte más justo que el anterior.
En este
contexto, más temprano que tarde, estos tres protagonistas repetirán de
alguna manera un protocolo que, a imagen del de Yalta, establezca áreas
de influencia y diseñe las instituciones multilaterales que expresen la
nueva realidad.
El modo de producción capitalista y sus tres revoluciones
Caracterizamos
como circunstancias revolucionarias, al interior del modo de producción
capitalista, a aquellas que provocan una brusca caída de los costos
primos unitarios en las funciones de producción de los bienes
manufactureros y, en consecuencia, de sus precios de comercialización.
En este sentido, pueden destacarse tres revoluciones:
la industrial, en Inglaterra, a finales del siglo XVIII, que le permitió transformarse en el "taller del mundo";
la
de los procesos, cuando florecieron las ideas de Taylor y Ford en la
organización fabril, que posibilitó a Estados Unidos internacionalizar
su producción manufacturera; y
la energética, cuyo epicentro se ubica
también en EE. UU., y se asienta en la explotación no convencional de
combustibles fósiles.
Respecto de esta última, recientemente el
Secretario de Energía de ese país, Rick Perry afirmó que los beneficios
de esa revolución de producción de shale actúan como un enorme impulso,
no solo para la economía interna sino también, para la seguridad
energética de su país.
Ganadores o perdedores
Mientras Estados
Unidos cuenta cada vez con más energía "abundante y barata", los
aparatos productivos de la República Popular China (RPC) y de la Unión
Europea ( UE), por el contrario, son tomadores de precios de ese insumo
fundamental, que a nivel internacional son superiores a los imperantes
en el mercado estadounidense.
Ambos complejos manufactureros, para competir con el norteamericano, deberían recibirlo a un valor similar.
Para ello, habría dos opciones:
que la Federación Rusa esté dispuesta a bajar significativamente su precio de abastecimiento, y/o
que
medio Medio Oriente se pacifique y estabilice, de tal manera que pueda
transformarse en un proveedor confiable a mediano y largo plazo2.
Ninguna de las dos tiene visos de posibilidad.
Complementariamente,
otro rasgo relevante del NOI son las políticas de administración del
comercio exterior. Entre otros casos, se destaca EE. UU., que las aplica
invocando incluso cuestiones de seguridad y defensa nacional3,
impactando ello, en la penetración comercial de terceros países en su
mercado4.
Así, bajo este diseño, comienza a definirse cuales son los
países ganadores o perdedores, independientemente, en este último caso,
de si adscribían a las vertientes neoliberales o socialdemócratas.
Hacia
ese mismo pelotón continúa yendo Brasil, bajo su nueva administración,
como consecuencia de la segura predominancia de los decadentes
postulados del CW, por sobre los del interés nacional, (conceptos por
cierto antitéticos, vertidos ambos en el discurso inaugural del
presidente Jair Bolsonaro).
En el conjunto de los victoriosos se
identifican las orientaciones del heterogéneo campo de los
"nacionalismos", en el que se registra una tensión entre aquellas que
proponen la "construcción de muros" y las que aspiran a "tender
puentes"5.
Es este panorama mundial el que persistirá, al menos,
hasta que los EE. UU. vuelvan a imponer una amplia "zona de confort", es
decir, recuperen el liderazgo absoluto, que detentaban desde la salida
de la segunda guerra mundial, y que con el transcurrir de las décadas se
fue acortando respecto de sus rivales.
Una ventana de oportunidad
La
tasa de crecimiento que se verifica en la economía norteamericana (y la
lógica y simultánea disminución del desempleo), inédita en las últimas
décadas, consolida tanto su liderazgo, como el NOI.
En la medida que
las naciones, entre ellas la Argentina, adapten sus políticas domésticas
al nuevo diseño, las implicancias positivas se harán sentir en sus
economías, eludiendo las irreparables pérdidas que las decisiones
equivocadas (tanto a nivel de empresas, como en el plano de la
administración del país) puedan conllevar.
Así, la nueva
configuración mundial constituye una oportunidad para las fuerzas
políticas, económicas y sociales que entiendan que un modelo justo,
inclusivo y sustentable podrá alcanzarse si se generan las condiciones
necesarias de integración a la nueva realidad planetaria.
La
aplicación de esas políticas correctas, que articulan en un todo
armónico e indisoluble los "preceptos de la economía" y de la "seguridad
y defensa nacional", permitirá, en definitiva, la instauración de un
Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS) en
nuestra Patria.
*MM y Asociados