Lula irá preso, avanza la derecha en Brasil
Tras el fallo por el que el Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil rechazó, con una votación de 6 a 5, el recurso de habeas corpus presentado por la defensa de Luiz Inácio Lula da Silva, el ingreso a prisión del expresidente debe ser dado por hecho. ¿Cuánto? "En cuestión de días", reconocen en su entorno.Lo que falta para que se concrete es solo una cuestión de trámites. El Supremo agotó, de hecho, la vía del amparo, por lo que queda en vigor por el momento la jurisprudencia que había adoptado en 2016, según la cual las condenas pueden comenzar a hacerse efectivas tras un fallo de segunda instancia. Esa espada ya pesa sobre el cuello de Lula. Solo resta que la defensa presente un último "embargo de declaración" (una instancia meramente explicativa de las decisiones judiciales) sobre el embargo ya rechazado, lo que, se descuenta, será desestimado de inmediato por el Tribunal Regional Federal 4 (TRF4). El plazo para hacer ese pedido caduca el próximo martes: ese día comenzará la cuenta regresiva.
Pero probablemente, con todo, ese encarcelamiento se agote mucho antes
de los 12 años y un mes impuestos. La jueza suprema que emitió el voto
decisivo, Rosa Weber, ya aclaró que rechazó el habeas corpus para dar
certezas jurídicas al país, esto es respaldando la posición mayoritaria
del cuerpo. Sin embargo, sugirió que se si trata la cuestión de fondo,
esto es si la prisión antes de que exista sentencia firme es
constitucional o no, cambiará su postura.
En ese caso, Lula y otros
reos, no solo condenados por corrupción, podrán salir de la cárcel. La
pregunta es cuándo ocurrirá eso. Y la respuesta es que sería en semanas o
meses, no mucho más que eso. Eso es así porque el gran obstáculo al
tratamiento de dos acciones de constitucionalidad es la presidenta del
STF, Cármen Lúcia Antunes, quien dejará su cargo en septiembre. Con
todo, puede haber novedades todavía antes, si otro magistrado pide la
inclusión del tema en una sesión.
Lo que parece más claro es el
futuro político de Lula, algo a lo que deberá estar atenta la Argentina.
Se espera que Brasil crezca este año alrededor de un 3% y la salida del
exmandatario de la carrera electoral es una buena noticia para los
mercados. Opiniones personales aparte...
Así, para esos factores de
poder, sin la sombra de Lula todo irá mejor. Pero los mercados suelen
ser ciegos ante las crisis políticas e institucionales que se incuban
cuando la voluntad popular encuentra diques polémicos.
El analista
Paulo Kramer le dijo desde Brasilia a ámbito.com que "para el mercado,
un Lula impedido de competir o, incluso imposibilitado de hacer campaña,
es más importante que un Lula preso. Pero claro que la perspectiva de
la prisión torna aquellas dos perspectivas todavía más remotas".
En
un sentido, Lula es víctima de sí mismo. Su inhabilitación como
candidato es una obra suya. Fue él quien, seis meses antes de dejar el
poder en 2010, hizo suya una iniciativa popular tendiente a quitarles
los derechos políticos a los condenados por delitos contra la
administración pública. La misma, que recibió más de un millón y medio
de votos, fue aprobada en el Congreso por mayoría calificada y con el
pleno apoyo del Partido de los Trabajadores. Lógicamente, Lula la
promulgó con su firma. Por más que la norma, llamada de "ficha limpia" y
aplicada sin cuestionamientos desde entonces, resulte conflictiva con
las ideas de presunción de inocencia (hasta sentencia firme) y de
soberanía popular, ¿cómo haría ahora el líder de la izquierda para
impugnarla?
Su salida de la carrera no implica, con todo, su salida
de la campaña. Aun preso Lula será un factor político importante. Su
propio encarcelamiento seguirá despertando polémicas y su probable
endoso de una postulación alternativa, dentro del PT o fuera de él, en
el ecosistema más amplio de la izquierda brasileña, tendría un peso
grande.
En el corto plazo, con todo, sale de la foto el principal
favorito, de acuerdo con todas las encuestas. ¿Qué puede pasar entonces?
De
acuerdo con Kramer, "en términos de análisis políticos, lo que más
importa ahora es discernir cuál es la preocupación que tendrá mayor peso
en la decisión de los electores a la hora de elegir al próximo
presidente: ¿será la economía, el combate a la corrupción o la seguridad
pública? En ese sentido, el experto apunta a la derecha. Muy a la
derecha.
"El discurso de Jair Bolsonaro conjuga la segunda y la
tercera de esas cuestiones", señaló en referencia a quien marcha segundo
en todos los sondeos y, sin Lula, pasa de hecho al frente. El diputado
de ultraderecha "en ese sentido aparece bien posicionado, al frente de
los virtuales adversarios de centro, ninguno de los cuales todavía se ha
mostrado capaz de presentar una candidatura viable y atractiva".
Ese
escenario podría cambiar con la irrupción de algún "outsider", como el
alcalde de San Pablo, el empresario João Doria, arriesga.
El juego termina para Lula. Para Brasil, recién comienza.