Los prestamistas externos también preguntan cómo seguimos
Los prestamistas externos también preguntan cómo seguimospor Lic. Guillermo Moreno*, Dr. Claudio Comari* y Lic. Norberto Itzcovich* BAE
La fluidez que ha conseguido el Gobierno en su financiamiento sorprende cuando se lo examina a la luz de los descalabros macroeconómicos en los que discurre su gestión.
Con déficits:
- Fiscal Total (DFT) que ronda el 11% del PBI,
- de la Balanza Comercial del orden de los u$s8.500 millones y
- de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos de u$s30.000 millones,la obtención de préstamos debiera ser una quimera.
Para comprender por qué no lo es, podemos remitirnos a un ejemplo cotidiano en el mundo de los negocios donde en muchas ocasiones nos encontramos con empresas a las que no les prestaríamos, pero que mantienen, sin embargo, acreedores que le suministran el crédito necesario (en mercadería a pagar o financiero) para funcionar.
En general, al ahondar un poco, aparece que éstos últimos tienen o bien
afinidades, o bien supra garantías, a las que el resto no accede.
Dados
los ordenamientos legales que regulan al Estado Argentino y sus tomas
de deuda, salvo excepciones, la segunda explicación es descartable.
Quedan entonces, como elemento determinante, las relaciones de
conocimiento. Éstas, devenidas de relaciones de subordinación o de
vínculos sociales, familiares o comerciales, le brindan al acreedor la
confianza en el cobro, ya que si bien saben que "no alcanza para todos",
otorgan la certidumbre de que "estarán primeros en la fila".
Claro
que la eficacia de la frase "tranquilo lo tuyo está" empieza a
resquebrajarse cuando a la delicada situación interna se adiciona la
aparición de amenazas externas.
La tormenta que viene del norte
Las
decisiones del gobierno de Trump respecto a la administración del
comercio exterior, la reciente reforma tributaria y el megaproyecto de
obra pública, actúan como un poderoso atractivo para la inversión
fronteras adentro de EE.UU. Con una tasa de desocupación rondando el 4%,
el riesgo de "recalentamiento" está latente. Para su disipación, como
lo indica la reunión de la Fed, nada mejor que nuevas subas de tasas.
Los
mercados financieros globales se anticiparon a tal decisión,
aumentándolas a partir de incrementar el rendimiento de los bonos del
Tesoro estadounidense.
La suba de tasas es funcional a fines de
evitar el "recalentamiento" de la economía norteamericana, así como
también para la obtención del financiamiento para los proyectos de
inversión privados y los públicos presupuestados. Esto nos lleva a
prever que la principal economía del mundo será la gran "esponja" de la
liquidez mundial.
No hay dudas que, competir con los EE.UU. por el
crédito internacional, es un desafío que podría exceder con creces las
potencialidades de nuestra economía.
No sólo sube la tasa sino que asoma la niña
Las
constantes quejas sobre una supuesta retención de soja y maíz en los
campos, y la caída en la exportación de productos primarios y
manufacturas de origen agropecuario, no hacen más que corroborar que las
proyecciones del Ministerio de Agroindustria sobre la campaña pasada
fueron erróneas, llevando a que las estimaciones sobre el crecimiento de
la actividad económica en 2017 del Indec y las proyecciones de nuestros
colegas del sector privado, sean injustificadamente altas.
La
sobrestimación de la cosecha, en alrededor de 11 millones de toneladas
(M/tn), llevó a un incremento artificial de la medición del PIB cercano
al uno por ciento -como ya lo hemos descripto y explicado en esta
columna en reiteradas oportunidades-. Tuvimos entonces, como resultado
de la campaña 2016/17, un producido cercano a los 126 M/tn, lejanos a
los 137 M/ tn anunciados por la cartera de agroindustria.
Pero lo
verdaderamente grave es que la presente campaña sufrirá una caída en la
producción, como efecto de la prolongada sequía y las altas temperaturas
en la zona núcleo.
Declaraciones del presidente de la Sociedad Rural
Argentina, reproducidas por la "tribuna de doctrina", indican que el
rendimiento esperado para la campaña 2017/18 es de 109 M/tn. No es esta
la visión más pesimista. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires prevé una
cosecha de soja de 51 M/tn (contra alrededor de 57 M/tn de la campaña
anterior), pero advierte que podría caer hasta los 40 M/tn si las
condiciones climáticas imperantes continúan en las próximas semanas.
Las
consecuencias de tales pronósticos son estremecedoras, especialmente
para quienes hayan confiado en las estadísticas del ex ministro de
agroindustria Buryaile y su sucesor Etchevehere. Si el descenso en la
cosecha va, en millones de toneladas, de 137 a 109, la pérdida en
exportaciones (en equivalente soja a u$s362,39 la tn, precio del
07/02/18) superaría los u$s10.000 millones.
Para los lectores de esta
columna el panorama será menos atemorizante, ya que la baja en la
producción sería de alrededor de "sólo" 17 millones de toneladas (de 126
M/tn a 109 M/tn), con una baja en las ventas externas de más de
u$s6.000 millones.
Esto implica que, aun cuando las importaciones no
se incrementen siquiera en un dólar, sólo por la pérdida de
exportaciones del sector primario, la Balanza Comercial argentina pasará
de un déficit de alrededor de u$sS8.500 millones en 2017, a uno de
entre ¡14.500 a 18.500 millones de dólares en 2018!
Una atmósfera inclemente
Hace
menos de quince días, dos empresas argentinas que lanzaron ofertas
públicas en Wall Street (Corporación América Airports y Central Puerto
S.A.), hicieron las colocaciones planeadas, pero a costa de
significativos recortes en los precios de sus acciones. Esto quiere
decir que los mercados internacionales no convalidaron los valores, en
dólares, de las compañías.
¿Serán los motivos de la quita intrínsecos
a las empresas, o estamos ante indicios de que la confianza de los
inversores comienza a flaquear?
Por doquiera se mire, sea desde la
perspectiva de lo interno o lo externo, sea desde las finanzas o la
economía real, los pronósticos sólo nos traen promesas de tormentas.
Desde
la desatinada conferencia de prensa del 28 de diciembre pasado, el
"mejor equipo de los últimos 50 años" ha sumido a los mercados en un mar
de incertidumbres, afectando con su propio desconcierto al conjunto de
los agentes económicos.
Las prevenciones sobre las eventuales medidas
gubernamentales se superponen con la certeza de la persistencia de los
desequilibrios preexistentes, dando así, a nuestra economía, la
fortaleza de un castillo de naipes.
Los nuevos datos de contexto derivan también novedosas preguntas:
¿Cuál
será el comportamiento de los agentes financieros globales,
prestamistas de nuestro país, si la economía de los EE.UU. comienza a
fungir como una aspiradora de la liquidez mundial? ¿Qué consecuencias
derramará la reducción de la cosecha sobre el conjunto de la actividad
económica, en especial sobre las cuentas fiscales y la capacidad de
honrar las deudas contraídas?
En tanto las acechanzas se mantengan,
no sólo las respuestas no serán estimulantes, sino que se pondrá en duda
la certeza de "cobrar primero (en dólares)" entre dichos acreedores.
Tal
vez más que nunca, conviene insistir en transitar la etapa atentos a
las señales macroeconómicas y vigilantes hacia la propia exposición a
los factores de contexto en la microeconomía.
Reafirmamos que lograr
la vigencia del concepto de empresa en marcha puede convertirse en el
mayor criterio de éxito porque como ya lo dijimos este es un año donde
"empatar es ganar".
El comportamiento de los inversores ante la
renovación de los préstamos, adquiere el carácter de primus inter pares
entre los indicadores clave.
La "cadena de la felicidad" de las acreencias externas se corta cuando comienzan las dudas sobre si "lo tuyo está".
*MM y Asociados