SENSACIONES,REALIDADES Y ANHELOS SOCIALES Por el Dr Rodriguez Villafañe
SENSACIONES, REALIDADES Y ANHELOS SOCIALES
La inseguridad jurídica es uno de los sentimientos que más angustian en este momento. Se percibe tramposa la realidad y todo se vuelve precario. La sensación de injusticia nos inunda y la vivimos como náufragos librados a la suerte.
En Democracia la ley y su aplicación debe buscar, siempre, de buena fe y de manera previsible, construir una sociedad justa, igualitaria, equitativa y solidaria, y con mayor razón en este momento de tremenda crisis social, económica y política.
Resulta importante reflexionar sobre la profunda y desagradable sensa-ción de desazón que existe en nuestra sociedad. Esta sensación tiene mucho que ver con la crisis de una política, como la actual, que tornó absoluto un mo-delo económico, sin compensarlo o adecuarlo a una estrategia integral de de-sarrollo humano y de país. Lo que ha generado, entre otras manifestaciones, una particular división de nuestra sociedad. En la realidad palpable de nuestra Argentina se puede observar la existencia de tres grupos que socialmente vi-ven de manera patológica el sistema que nos rige. Ellos son los que podemos denominar como los privilegiados, los excluidos y los rehenes.
Los privilegiados
El grupo de los privilegiados lo componen los
que tienen tanto poder económico, mediático y decisorio que pueden darse
el lujo de tomar del siste-ma lo que les conviene y desobligarse del
mismo en lo que no les resulta útil. Sus integrantes, particularmente
organizaciones empresariales multinacionales o sectores importantes de
naturaleza económica-financiera, en los hechos, presentan más poder que
el propio Estado y lo condicionan. Además, operan en red, manejan
servicios esenciales y no responden, necesariamente, a un patrón de
país. Incluso, se dan el lujo de colocar a sus gerentes (CEOS) para
gestionar funciones gubernamentales. Su avidez de beneficio les ha
permitido tener, en los últimos tiempos, significativas ganancias
logrando incluso rebajas impositivas, como es el caso de las empresas
mineras. El accionar de este grupo, a veces sin límites desde el
derecho, deja en claro el desequilibrio del sistema funcionando en favor
de los más fuertes.
Los excluidos
Los excluidos son los
pobres de la nueva realidad, respecto de los cua-les el Estado se ha
retraído. Antes, dicho sector, aún en su precariedad, esta-ban en el
sistema. En él tenían trabajo, aunque más no sea “changas” ,
asis-tencia de salud, ayuda social y educación pública, calificada y
gratuita. Hoy, ellos tienen pocas posibilidades de conseguir trabajo; la
cobertura de salud está muy condicionada, por la precariedad económica
de la política pública en la materia; la ayuda social sistemática y
organizada de promoción y transfor-mación tiende a desaparecer y
fundamentalmente, la escuela pública y gratui-ta, deteriorada por las
carencias , va perdiendo posibilidades de permitir la salida de la
pobreza desde la adquisición de un conocimiento adecuado a las nuevas
necesidades. Además, se trata a los pobres como sinónimo de
delincuencia. Por todo lo cual, este sector siente que no tiene nada que
perder ni ganar en el sistema. Perciben que se les ha soltado la mano,
están exclui-dos, aunque se diga que se quiere eliminar la pobreza.
Los rehenes
Los rehenes terminan siendo la otrora fuerte y mayoritaria clase media
argentina que sufre especialmente la ruptura de las lógicas del sistema
consa-grado constitucionalmente. Es el sector de la pequeña y mediana
empresa, de los profesionales, de los docentes, de los empleados
públicos, del comerciante minorista, de los trabajadores especializados,
etc. A ellos el Estado les aumen-ta la presión fiscal y los costos de
los servicios (gas, electricidad, etc.); no de-fiende con la firmeza
necesaria la producción nacional; se les rebaja los sala-rios por la
inflación; no cumple debidamente con sus obligaciones de naturale-za
previsional y además, se muestra proclive a dejar todo librado sólo al
mer-cado, pero no garantiza una competencia leal, permitiendo actitudes
monopóli-cas u oligopólicas de los poderosos y generando
discriminaciones en favor del capital extranjero.
Por su parte,
el grupo de los privilegiados a este grupo le precariza, cada vez más,
las condiciones de subsistencia. La presión financiera o la amenaza del
desempleo, son algunas de las armas utilizadas para condicionarlos.
A su vez, es el sector al que con más frecuencia se lo hace víctima de
delitos, especialmente, contra la propiedad; lo que agudiza la herida
que sufre. Este grupo es el que está en el sistema, aunque, no lo vive
con satisfacción sino como un encierro. Se los tiene de rehenes de las
reglas que le exigen, por lo general, obligaciones pero en el que no
pueden hacer valer sus derechos, integralmente y de manera eficaz.
Evidentemente, ante el panorama desarrollado es urgente e
imprescin-dible trabajar para superar estas patologías que angustian y
hacen invo-lucionar la vocación cívica y la credibilidad de una
Democracia posible, con justicia, igualdad y equidad para todos.
Miguel Julio Rodriguez Villafañe
Abogado constitucionalista y Periodista