“Siempre fuimos callados, pero con la radio levantamos la voz”.
Con el fomento de AFSCA, FM Libertad 89.3 surgió como fruto del trabajo de 16 comunidades indígenas de Molinos, Salta, en tierras que hasta el año 2005 pertenecieron a los Patrón Costas. “Con la radio levantamos la voz, porque siempre fuimos demasiado callados”, dice Paulino Rueda, uno de los locutores de la flamante FM Libertad 89.3, que transmite en el Valle de Luracatao, en el oeste salteño. La radio fue inaugurada oficialmente el viernes último como fruto del trabajo que desarrolla desde 2006 la organización CUM (Comunidades Unidas de Molinos), que nuclea a cerca de 350 familias de 16 comunidades campesinas e indígenas de los valles calchaquíes, con preeminencia de la cultura daguita. Chachín Yapura, otro de los locutores y operador de la radio, subraya la importancia de tener radio propia: “Los medios de las grandes ciudades nos llenan de noticias de robos, de muertes”, dice, “cosas que acá no pasan, porque la noticia que tenemos para dar acá es una noticia buena, que cada día estamos más organizados y que tenemos más ganas y más conocimientos para construir nuestro futuro sin depender de nadie”.Para la puesta en marcha
de la radio, la CUM recibió uno de los Fondos de Fomento Concursable
(FOMECA), que otorga la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación
Audiovisual (AFSCA) por $ 120 mil, lo que les permitió comprar el
equipamiento e instalar la torre y la antena de transmisión. Las
emisiones de prueba se iniciaron en julio pasado, y hoy la radio
transmite tres horas por la mañana y otras cuatro por la tarde, lo que
les permite el generador de electricidad que alimentan paneles solares.
La radio está instalada en una zona en la que no hay tendido eléctrico
ni señal de celular ni teléfonos.
“En este tipo de proyectos se
ve con claridad el espíritu de la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual, que busca que nuestro pueblo pueda tomar la palabra desde
su realidad, con su tonada y sus tradiciones –dijo Martín Sabbatella,
titular del AFSCA, quien viajó a Salta para el acto de inauguración–.
Para democratizar la palabra se necesitan las dos cosas: por un lado,
generar estas herramientas de comunicación, para que los habitantes de
nuestra patria puedan contar su historia sin intermediarios, y por el
otro, enfrentar la tendencia de concentración monopólica, porque si el
Estado deja que los propietarios acaparen señales y medios, una radio
como la 89.3 FM Libertad no podría existir.”
AHORA QUE TENGO LA
TIERRA – Es muy fácil imaginar el silencio como banda de sonido única
del lugar. La radio está ubicada en Cieneguillas, un lugar de una
belleza natural increíble, con cerros de todos los colores imaginables
que le forman al valle un cordón protector. Con la excepción de algunos
algarrobos que aportan su noble sombra cada tanto, la vegetación es más
bien baja, salvo junto a los cursos de agua, donde el verde explota en
medio de la tierra colorada.
Precisamente, la lucha por el agua
potable fue una de las primeras tareas que dio origen a la CUM. Junto al
INTA, la comunidad de Cieneguillas organizó la provisión de agua
trazando una zanja de 8000 metros a pala y pico desde la vertiente más
próxima. Ese fue el comienzo.
En el valle de Luracatao están diez de
las 16 comunidades que integran la CUM. Fue, hasta 2005, una finca
privada de la familia Patrón Costas, cuyo fundador, Robustiano Patrón
Costas, fue ministro de Economía conservador de Salta, a principios del
siglo XX. Al fundador del ingenio San Martín de Tabacal todavía se lo
recuerda por las condiciones infrahumanas de producción a que sometió a
los pobladores de las distintas etnias que habitaban la zona.
“Los
Patrón Costas tenían un administrador que venía y nos cobraba tanto por
las parcelas que ocupaba cada familia, tanto por los animales que
tenía”, recuerda Paulino. Chachín afirma que también les robaron en esa
época muchos restos arqueológicos. “Venía el administrador y los
obligaba a los abuelos, decía ‘caven ahí para sacar un ‘antiguo’, como
le decimos nosotros a nuestros mayores, y seguramente los vendía a un
museo.” Eso siguió así hasta 2005, cuando, como efecto del trabajo del
INTA en la región, el gobierno nacional negoció con los terratenientes
la adjudicación de la tierra a los habitantes de la comunidad. “Hace
diez años nos despertamos”, dice Chachín.
Desde entonces, cada
familia tiene la propiedad de las parcelas que ocupa. “Pero queremos la
propiedad comunitaria de toda esta región. Y otra cosa que vamos a hacer
es tratar de recuperar los restos de nuestros antepasados que andan
exhibidos por ahí”, dice Paulino. Según la reforma constitucional de
1994, corresponde al Congreso Nacional “reconocer la preexistencia
étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos”, además de
“reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y
propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan”.
La
tenencia de la tierra no es un capricho: desde que en 2005 se
estableció ese punto de inflexión, los habitantes de la zona no sólo no
deben pagar tributos absurdos sobre su producción; ya pueden decidir
cómo planificar su desarrollo.
“A partir de ese momento pudieron
acceder a las políticas públicas, cosa que antes no se podía, porque
había que negociar con el dueño de la finca”, explicó a Tiempo Argentino
Paula Olaizola, coordinadora del proyecto regional del INTA en el valle
de Luracatao. Olaizola cuenta que hace diez años que el INTA trabaja en
la zona, y que la primer tarea fue reforzar los vínculos entre los
pobladores. “En todos los talleres que se hacía con las comunidades,
siempre surgía el tema de la comunicación. A partir de la Ley de Medios,
empezamos a ver que era posible hacer realidad el sueño de tener una
radio que comunicara a toda la zona.” Lo que sigue, entonces, de ahora
en más, es la ampliación de la programación de la radio y de los
derechos de los pobladores. «
Las 16 comunidades Churquio,
Cieneguillas, Alumbre-Condorhuasi, Cabrería, Patapampa, Cuchiyaco, La
Laguna, La Aguadita, Brealito, Tomuco, Hualfín, La Sala, Churcal, La
Puerta, Colomé y Ba. Esperanza.
49 municipios argentinos
recibieron autorizaciones de frecuencias de radio FM de parte de la
Autoridad de Servicios de Comunicación Audiovisual desde que se promulgó
la Ley 26.522.
Herramienta que achica distancias
La
CUM comenzó a gestarse hace unos siete años. Este proceso, por
reciente, encuentra a los pobladores del valle y sus cercanías con una
organización de segundo grado, es decir, una asamblea mensual en la que
participa un representante por cada comunidad. La CUM no tiene,
actualmente, una dirección centralizada: la asamblea es el órgano de
decisión y difusión. En este sentido, la radio es de vital importancia:
las diez estaciones de radio de base con tecnología VHF permiten a la
mayoría saber cuándo serán las reuniones y cuál el temario a tratar.
“Antes
de eso, había que irse caminando o en moto hasta lo del vecino más
cercano para avisarle las novedades”, explica Alberta Velázquez, una de
las fundadoras y delegada de la CUM. Y los temarios abarcan cuestiones
tan disímiles y definitivas como la ejecución de proyectos de agua para
consumo y riego, implementación de botiquines sanitarios, mejoramiento
de viviendas y rebaños, instalación de montes frutales y granjas
familiares. Para su establecimiento, la CUM se apoyó en distintas
instancias del Estado como el INTA, el PSA (hoy Secretaría de
Agricultura Familiar), ProHuerta, el Ministerio de Desarrollo Social de
la Nación y el Fondo de Canadá para las Iniciativas Locales.
“A
partir de 2004, empezamos a realizar pasantías –explicó Chachín– y
viajes para aprender cosas nuevas y otras organizaciones. Nos inspiramos
mucho en el modelo del MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del
Estero).”