Democracia en jaque
Erosión institucional, legitimidad en crisis y la encrucijada argentina bajo el gobierno de Javier Milei (Parte I) ámbito.com | Pablo Tigani. La hipótesis central sostiene que el gobierno de Milei no representa únicamente un viraje ideológico, sino un experimento radical que combina dogmatismo económico, afinidad con la extrema derecha global y un estilo de gobierno que se sostiene en la represión, la desinformación y la captura del Estado por intereses financieros privados. La hipótesis que guía este trabajo sostiene que el gobierno de Javier Milei atraviesa una crisis de legitimidad democrática.
Esta serie de artículos analiza la profunda crisis de legitimidad
democrática que atraviesa Argentina bajo el gobierno de Javier Milei. A
partir de un enfoque interdisciplinario que combina aportes de la
ciencia política, la sociología y la economía política, se examinan las
tensiones entre la promesa electoral de una transformación radical y los
efectos concretos de un programa económico y político que ha erosionado
las bases del pacto democrático construido en los últimos cuarenta
años. La hipótesis central sostiene que el gobierno de Milei no
representa únicamente un viraje ideológico, sino un experimento radical
que combina dogmatismo económico, afinidad con la extrema derecha global
y un estilo de gobierno que se sostiene en la represión, la
desinformación y la captura del Estado por intereses financieros
privados.
El análisis se estructura en varios que abordan: (1) el
declive del desempeño democrático de las elecciones y el déficit de
representación (Rosanvallon, 2017); (2) la imbricación entre el programa
económico libertario, la dependencia con Wall Street y el rol de
actores financieros locales; (3) la radicalización de la derecha
argentina y el proceso de “desquicio político” conceptualizado por
Grimson (2023); (4) la proliferación de discursos de odio en la esfera
pública digital y su impacto en la convivencia democrática (Ipar,
Villarreal, Cuesta & Wegelin, 2022); (5) la crisis de gobernabilidad
y el recurso creciente a la represión como mecanismo de control; y (6)
las salidas institucionales contempladas en la Constitución Nacional
como horizonte para superar un laberinto político que pone en riesgo la
democracia misma.
Introducción
El 10 de diciembre de 2023, en
coincidencia con la conmemoración de los cuarenta años de democracia
ininterrumpida en Argentina, asumió la presidencia Javier Milei. Ese
día, la sociedad argentina celebraba un hito histórico, la consolidación
del período democrático más prolongado desde 1983. Sin embargo, el
mismo acto significó la inauguración de una etapa de incertidumbre
política, económica e institucional sin precedentes. A diferencia de
otros procesos de alternancia, la llegada de Milei al poder no supuso
únicamente el reemplazo de una fuerza política por otra, sino la
irrupción de un proyecto que se autodefine como “libertario” pero que,
en la práctica, combina rasgos de neoliberalismo extremo, autoritarismo
discursivo y una vinculación inextricable con intereses financieros
locales e internacionales (Grimson, 2023).
La paradoja es evidente;
mientras el ritual electoral confirió a Milei legitimidad de origen, sus
primeras decisiones de gobierno y la radicalidad de su programa
pusieron en cuestión la legitimidad de ejercicio. En términos de
Rosanvallon (2017), la democracia contemporánea ya no puede reducirse a
una “democracia de autorización” sustentada en elecciones periódicas,
sino que requiere también una “democracia de ejercicio” capaz de
sostener vínculos de confianza, representación efectiva y reconocimiento
entre gobernantes y ciudadanos. Cuando esos vínculos se quiebran, la
legitimidad democrática se erosiona rápidamente. En Argentina, ese
proceso parece haberse acelerado desde el inicio mismo del gobierno
libertario.
El análisis de este fenómeno exige un abordaje que
trascienda la coyuntura. No se trata solo de evaluar medidas económicas
puntuales, como la liberalización abrupta de precios, la contracción del
gasto público o la dolarización parcial de las transacciones
financieras. El desafío es comprender cómo estas políticas se articulan
con un entramado discursivo y simbólico que redefine la noción misma de
democracia. Tal como advierte Grimson (2023), la extrema derecha
contemporánea se caracteriza por su capacidad de naturalizar la
violencia, normalizar el desprecio hacia el adversario político y
promover un clima de desquicio que socava las bases de la convivencia
democrática.
En este marco, la esfera pública digital desempeña un
papel central. Estudios recientes han demostrado cómo la proliferación
de discursos de odio en redes sociales no solo refleja tensiones
preexistentes en la sociedad, sino que las amplifica y radicaliza,
generando un clima de intolerancia que dificulta cualquier posibilidad
de deliberación democrática (Ipar, Villarreal, Cuesta & Wegelin,
2022). Este fenómeno no es exclusivo de Argentina, pero adquiere
particular relevancia en un país con una tradición de movilización
social intensa y con memorias recientes de violencia política.
El
gobierno de Milei, además, se encuentra atravesado por un rasgo
singular; su fuerte dependencia de un núcleo reducido de funcionarios y
asesores financieros con vínculos estrechos con bancos internacionales y
actores del mercado de capitales. El ministro de Economía, Luis Caputo,
simboliza esta imbricación entre Estado y finanzas, en la que los
intereses privados se confunden con las decisiones de política pública.
Esta dinámica reproduce lo que Callon (1998) denominó redes
sociotécnicas; entramados donde actores económicos, políticos y
tecnológicos se articulan para producir efectos concretos de poder. Sin
embargo, esas redes pueden volverse inestables y escapar del control de
quienes las diseñaron, sobre todo cuando el conflicto de interés entre
lo público y lo privado se hace demasiado evidente.
La hipótesis que
guía este trabajo sostiene que el gobierno de Javier Milei atraviesa una
crisis de legitimidad democrática que lo coloca en un “laberinto sin
salida”. La radicalidad de su programa económico, la violencia de su
discurso político y la represión ejercida por su ministra de Seguridad,
Patricia Bullrich, son síntomas de un modelo de gobierno que no logra
consolidarse como democrático en el sentido pleno. Por el contrario, se
aproxima a lo que Rosanvallon (2017) denomina un “autoritarismo
liberal”: regímenes que, bajo la apariencia de defender la libertad de
mercado, erosionan sistemáticamente los mecanismos de representación,
participación y reconocimiento ciudadanos.
Esta serie de artículos se
organiza en seis capítulos. El primero examina la crisis de
representación y legitimidad democrática, retomando el marco teórico de
Rosanvallon. El segundo se centra en el programa económico libertario y
su dependencia de los mercados financieros. El tercero analiza la
radicalización de la derecha argentina en el contexto del “desquicio
político” global. El cuarto estudia la proliferación de discursos de
odio en la esfera pública digital y su impacto en la convivencia
democrática. El quinto explora la crisis de gobernabilidad y el recurso
creciente a la represión como mecanismo de control. Finalmente, el sexto
plantea las posibles salidas institucionales previstas en la
Constitución Nacional como alternativa democrática para superar la
crisis actual.
En conjunto, el artículo busca demostrar que el
gobierno de Milei no constituye un episodio más de alternancia política,
sino un punto de inflexión que interpela los fundamentos de la
democracia argentina. El riesgo no es solo económico o institucional,
sino civilizatorio; la posibilidad de que Argentina se convierta en un
laboratorio de autoritarismo neoliberal. Ante este escenario, la defensa
de la democracia requiere una reflexión crítica y una acción
institucional que permitan recuperar el horizonte democrático perdido.
Doctor en Ciencia Política