Industria y comercio en el freezer

Firmas líderes suspendieron la entrega de productos hasta definir nuevas listas de precios. La industria mediana no accede a insumos o materias primas, y cuando lo logra se los cobran cotizados en dólares. Muchos bajan las persianas y esperan “a ver qué pasa”. 
Productos de limpieza y alimentos de consumo masivo demoran un ajuste, que superaría el 40 por ciento. 
Proveedores de insumos que rechazan pedidos. Listas de precios que se modifican casi a diario. 
Entregas de productos que se refacturan al ritmo de la devaluación antes
 del momento del pago. Bancos que no liquidan créditos ya acordados ni 
aceptan cheques de terceros en canje. La actividad industrial y 
comercial vive, en los últimos días, un estado de parálisis por 
imposibilidad de seguir operando, ya sea por falta de insumos o de 
precios de referencia. Algunos establecimientos del Gran Buenos Aires y 
del Gran Rosario, por ejemplo, optaron por cerrar las persianas hasta el
 próximo lunes, cuando volverán a evaluar la situación o, en términos 
más corrientes, “esperar y ver qué pasa”. El descontrol de la política 
financiera y cambiaria del gobierno ya contaminó la economía real, y 
proyecta las peores perspectivas sobre un futuro casi inmediato.
“Nos
 terminamos eliminando entre nosotros”, se quejó un industrial de 
Rosario, del rubro químico, después de relatar a PáginaI12 cómo se fue 
complicando la relación, en estos días, entre proveedores y fabricantes,
 y a su vez entre estos últimos y sus clientes tradicionales. “Tengo 
tres proveedores de insumos esenciales para nuestra producción que no 
reciben pedidos hasta nuevo aviso; ya desde hace rato habían acortado 
los plazos de pago y en el último mes venían actualizando la lista de 
precios por semana”, señaló. “La mayoría de nuestros insumos cotizan en 
dólares, y algunos proveedores hasta te envían nota de débito por la 
devaluación entre la fecha de factura y la fecha de pago”, agregó, 
apuntando que “yo tengo tres meses de ventas en la calle (entregadas 
pero no cobradas), facturadas cuando el dólar estaba a 19,90; cuando 
tenga que reponer la materia prima, derivada de la petroquímica y el 
aluminio, ¿a qué precio la voy a pagar?”.
 Firmas líderes de los 
rubros limpieza y alimentos (se trata de prestigiosas marcas) 
suspendieron la recepción de pedidos. Según algunas versiones, esperando
 que se estabilice el dólar “en algún nivel” para resolver el grado de 
traslado de la devaluación a precios. Otra versión indica que es la 
reacción a la sobredemanda de mayoristas que “buscaron formar stock en 
bienes de consumo masivo, en previsión de que seguirá la escalada” de 
precios.
“Suspendemos la actividad por la crisis de público 
conocimiento y falta de precios de referencia”, reza el cartel pegado 
sobre una persiana de un establecimiento del partido bonaerense de San 
Martín, en términos similares a los utilizados por otras empresas que 
adoptaron igual resolución y la comunicaron a sus clientes por mail o 
twitter. 
 El temblor, por supuesto, también llegó a los bancos y
 se trasladó a sus clientes. La mayoría de entidades ayer dejó de operar
 en descuentos de cheques, y las autorizaciones de giro en descubierto 
alcanzaba precios exorbitantes (se mencionaron tasas superiores al 100 
por ciento). Tampoco se liquidaban ayer los créditos ya acordados. Hasta
 los sectores o actividades que pudieron zafar de la parálisis, de 
repente vieron frenadas sus operaciones por la pérdida de 
financiamiento.
Industrias metalúrgicas, textiles y hasta 
flamantes emprendedores en la industria de bebidas (cervezas 
artesanales) relataban ayer sus respectivas penurias. “La dolarización 
de los valores de las materias primas está mucho más extendida de lo que
 a veces se cree, pienso que muchos economistas lo ignoran”, subrayó uno
 de estos industriales que siente que “hoy vendo sin precio de 
referencia”. Para los nuevos cerveceros, a los que el ahora senador 
Esteban Bullrich alentaba a convertirse en emprendedores cuando hacía 
campaña en 2017, describen un cuadro dramático. “Los proveedores nos 
suspendieron la venta de insumos, los bares que nos compraban dejaron de
 pagar porque perdieron ventas y clientes, y encima hay colegas que en 
medio de la desesperación, venden al costo para cubrir aunque sea el 
costo fijo, con lo cual tiran abajo el precio”.
El rubro de 
alimentos, al que se suele aludir como uno de los más beneficiados por 
las ventajas comparativas, tiene atado al dólar prácticamente el 60 por 
ciento de sus costos variables, según estudios recientes. Los precios 
actuales de mercado de algunas de sus marcas líderes se estima que están
 alineados con una paridad de 27 pesos, por lo cual tendrían pendiente 
un ajuste de más del 40 por ciento, al tipo de cambio de ayer. La 
demanda ya arrastra una caída del 7 por ciento, y se teme por el impacto
 de una suba de precios, aunque fuera inferior. En un caso o en otro, 
con traslado total o parcial a precios, para las industrias medianas o 
chicas del sector la perspectiva es muy negativa: no tienen espaldas 
para soportar la suba de costos, si lo trasladan van a un mercado a la 
baja, y si la competencia de las líderes no traslada la devaluación a 
precios, los deja afuera del mercado.
 








