Detrás del intento de "anular" al kirchnerismo

Por: Felipe Yapur
El antiperonismo, en su diversas facetas, que incluyen hasta la dañina versión menemista, siempre procuró destruir aquel Estado de bienestar que había conducido y construido el entonces presidente Juan Perón junto con Evita. En la actualidad, el antikirchnerismo no habla de prohibir la tenencia de fotos y de la destrucción de bustos de Néstor Kirchner o de anular la designación de obras de infraestructura con el nombre del ex presidente. En todo caso, desde su particular perspectiva sobre lo que entiende por institucionalidad y república, anticipa la anulación o el veto de leyes que se aprobaron en los 12 años de kirchnerismo.
Durante el extenso debate sobre el Presupuesto 2015, diputados de la oposición no sólo se estorbaban para ver quién era el que más se repetía en afirmar que el proyecto era "un dibujo", sino también tuvieron una particular coincidencia. Muchos reconocieron como uno de los aciertos del gobierno kirchnerista la implementación de la Asignación Universal por Hijo. El resto de los planes no merecieron ser nombrados y mucho menos destacados. Superada esta instancia, la segunda etapa llegó con las promesas tanto del senador Ernesto Sanz como del diputado Julio Cobos de anular todas las leyes que preocupan a las corporaciones y grupos concentrados.
http://tiempo.infonews.com/nota/135002/detras-del-intento-de-anular-al-kirchnerismo
La experiencia reciente indica que tales promesas no son más que eso y 
no porque esos dirigentes estén mintiendo sino más bien por la 
inutilidad que demostraron tener cuando tuvieron una cuota de poder. El 
caso más reciente fue cuando, en 2009, tras el triunfo en las 
parlamentarias, se generó lo que muchos en la oposición quieren olvidar:
 el Grupo A. En aquella oportunidad, sus principales ¿espadas? 
prometieron transformar la realidad y anticipaban que la presidenta 
Cristina Fernández sólo iba a utilizar su lapicera para vetar todas las 
normas que se iban a aprobar en este turno parlamentario, con las que 
pretendían hacer retornar la transparencia y el respeto por la república
 y las instituciones. El fracaso de aquel experimento fue tan 
estrepitoso que todavía hoy sus ecos confunden a los científicos que 
estudian los sonidos remanentes del Big Bang. 
Mauricio Macri es otro
 de los dirigentes que se expresó en la misma sintonía pero, a 
diferencia de los radicales, en las entrañas ideológicas del jefe de 
gobierno porteño hay coherencia. Su partido es liberal y tiene lógica 
que no comparta las leyes y programas que llevó adelante Cristina 
Frnández. En cambio, del radicalismo aún se recuerda que alguna vez fue 
un partido popular, una condición que por ahora dista de volver a ser.
El
 pragmatismo no es extraño a ningún partido y/o dirigente político. En 
sí no es malo. Una muestra de ello fue la foto del senador Gerardo 
Morales con el diputado ausente Sergio Massa. El jujeño quiere ser 
gobernador de su provincia y los resultados de las elecciones de 2013 lo
 animan a correr esa competencia. Sin embargo, está persuadido de que la
 conformación política superestructural que todavía integra, el FAU, 
hace agua por los cuatro costados. Por otra parte, sus colaboradores 
afirman que la sobreabundancia de precandidatos presidenciales no sólo 
no despierta entusiasmo entre las masas sino que, para colmo de sus 
males, estos se pasan buena parte del tiempo enfrascados en peleas de 
egos. "No tenemos estrategia", se queja la gente que acompaña al jujeño y
 aclaran que cuando dicen estrategia se refieren a la necesaria para 
alcanzar el poder. Morales no es el único que prefiere la opción Massa, 
también está el tucumano José Cano. Ambos se entusiasman pensando que 
con el acuerdo alcanzado el radicalismo se puede quedar con "seis, 
siete, ocho gobernaciones". En el listado incluyen a Catamarca, La 
Rioja, Santa Cruz, Neuquén, Chaco y hasta Formosa. Si bien soñar no 
cuesta nada, el justificar la razón del porqué optar por Massa y no por 
Macri, tampoco. Según afirman y coinciden sus colaboradores, al jefe de 
gobierno lo rechazan por carecer de tacto a la hora de negociar y 
mostrarse más como un CEO que como un dirigente político que busca una 
alianza. Para estos radicales, Macri ordena y Massa escucha y acuerda. 
En definitiva, no es lo que uno y otro piensa sino cómo los atienden. 
Hay más, sostienen que la condición "peronista" de Massa les permite 
simplificar las negociaciones que mantienen con los justicialistas no 
oficialistas de sus distritos. Todo lo hacen, afirman, con vistas a 
tener control territorial que les permita un armado nacional para las 
presidenciales de 2019. Los dos legisladores coinciden con esta lectura 
durante sus charlas en privado. El tucumano pasa lista de los peronistas
 que ya tiene en su armado provincial. Muchos son ex funcionarios del 
gobierno de Ramón Ortega y varios de ellos protagonizaron rutilantes 
fracasos en sus intentonas electorales. 
Podría considerarse como 
positivo el hecho de que estos dos legisladores piensen en desarrollar 
una estrategia de poder y abandonar los espasmódicos movimientos 
tácticos de estos últimos años. Pero lo que dejan en claro es que el 
cimiento donde sustentan su estrategia no deja de ser liberal, con todas
 las consecuencias y costos que implican para el pueblo que dicen querer
 representar. El otro dato tácito que emerge es que están convencidos de
 la necesidad de forjar un armado electoral que tenga chances a nivel 
nacional porque hasta ahora, incluso con un clima económico 
desfavorable, el kirchnerismo sigue siendo el proyecto con condiciones 
reales de seguir gobernando, incluso en su versión más tibia.








